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Conociendo a Bernardo

Conociendo a Bernardo

El autor encara este trabajo, uno más en su cosecha, con una demostración clara y contundente de evolución superadora de la creación; mucho más allá de la lógica de la biología –que no suele detenerse- expone un elevado criterio literario para desandar una obra compleja para contar. Y lo logra con creces.
Hay un primer punto que suele escapar a mis básicos conocimientos técnicos, que es, precisamente, los secretos de la misma. Por eso acudo al lector que hay en mi, para que me explique qué es ese ritmo “borgeano” que define el cuidado texto. Si bien aquí se expresa puntillosamente un contexto sin tiempo ni relojes, ni almanaques, aparece una cadencia especial. Cada párrafo, capítulo en realidad, comienza en un lapso de tranquilidad pausada (adrede, supongo) y se eleva a un ritmo frenético en su final. Todo con ritmo de una partitura musical que abona la calidad del trabajo; en forma y en contenido.
En las primeras líneas del Capítulo 14 hay un fragmento que expresa: “…la desnudez de mi invisibilidad”. No es casual, tampoco nuevo en el devenir de las palabras (las cadencias que mencionamos), pero sirve para orienta a quien aún continúa desprevenido en la comprensión.
¿Biografía? ¿Autobiografía? ¿Propia o ajena? ¿Una quimera de vida? Todas las preguntas valen, todas las respuestas aportan.
Aquí, ya dentro de la historia, cada lector elegirá el camino que le plazca. Sobre gustos, mucho está escrito, pero hay que decir que esta es una propuesta de carácter tan innovador como sustentada en algo más que la ficción pura.
Es una obra que nos miente con verdades en cada párrafo, en cada línea. Parece que transita la superficie de una lectura inocente, quizás banal para quien desprecia el poder de ser humano y su energía y destino, pero es absolutamente buceadora de almas profundas; de diversas coloraciones; negras, grises y de las otras. El famoso ser y hacer de lo que no se ve, que le dicen. Pero se percibe en un interminable abanico de variedades.
Concluyo con una advertencia cuasi obligatoria: el Capítulo 52 no es el último. Esto sigue, quizás, hasta un infinito que pocos conocen.
Bernardo merecía este libro.

EDGARDO PERETTI
Rafaela, quizás en 2024. 

Autor: Redacción

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