Editorial

Con menos divisas

Las divisas que ingresan al país dependen del superávit de la balanza de comercio exterior, es decir, lo que queda de lo que se vende al exterior y lo que desde allí se importa.

Como en los últimos tiempos las importaciones avanzan a un ritmo muy superior a las exportaciones, el saldo va achicándose peligrosamente y, por lo tanto, cada vez ingresan menos divisas.

El primer mes de este año acentuó todavía más lo que venía registrándose en los últimos meses de 2010, ya que provocó una caída del 58% del superávit en la comparación con un año atrás.

Es que si bien las ventas crecieron un 22% con una acumulación de 5.392 millones de dólares, las compras en el exterior en cambio crecieron un desmesurado 52% alcanzando un total de 4.879 millones de dólares, quedando un superávit de apenas 513 millones, que si bien es una cantidad significativa, dentro del comercio exterior y con los números que se vinieron manejando todos estos últimos años, pierde trascendencia, incluso en la comparación con enero de 2010 cuando había quedado para las arcas del fisco una diferencia de 1.217 millones de dólares.

Es justamente por estas razones, que el Gobierno dispuso hace muy poco ampliar las restricciones al ingreso de mercaderías desde el exterior, con lo cual se generaron fuertes roces de modo especial con Brasil y Uruguay, lo cual llevó entonces a modificar el intento inicial, merced al compromiso de no afectar esas disposiciones a los países socios del Mercosur. En fin, un ida y vuelta que trasluce improvisaciones que, más temprano o más tarde, se transformarán en nuevas dificultades.

Esta brusca caída del superávit de la balanza del comercio exterior, en principio tendrá una consecuencia muy directa, como es que el Banco Central deberá comenzar a declinar en la acumulación de sus reservas, tal como lo vino haciendo en los años recientes.

En 2010 por ejemplo, incorporó 4.100 millones de dólares a las reservas, con las cuales se afrontaron pagos de la deuda, una metodología que puede verse afectada ahora en caso de no poder incrementar esas disponibilidades.

Pocos pueden asegurar a ciencia cierta hoy en día el valor real del dólar, pues al decir de los productores y exportadores, se debe aumentar para sostener la rentabilidad, en tanto que desde otras fuentes -especialmente financieras- se sostiene que el valor del dólar está sobrevaluado y que dejándolo en libertad, es decir sin intervención del Banco Central en el mercado de divisas, su cotización descendería. Sin embargo, de sostenerse esta tendencia del achicamiento del superávit, es muy probable que comiencen a faltar dólares en plaza, lo cual no reportaría otra cosa que acelerar la demanda, y consecuentemente su cotización cuando ocurren situaciones de esa naturaleza. Apenas hubo un movimiento oficial para reducir las importaciones, prestamente reaccionó el mercado llevando el dólar hacia arriba, llegándose a cotizar en el mercado negro a 4,20 pesos, aunque luego regresó a la valoración anterior.

Para 2011, por la dinámica importadora, Ecolatina pronosticó que el superávit comercial podría reducirse en U$S 2.000 millones y si se suma el déficit de servicios y rentas, “la cuenta corriente sería nula en 2011 y por primera vez en una década no habría entrada significativa de dólares comerciales”.

Todo esto se está dando con las exportaciones muy favorecidas por los altos precios internacionales. La crisis en Oriente Medio, el alza del precio internacional del petróleo, la salida de fondos de los mercados emergentes hacia los países desarrollados, agregan ahora dudas sobre la persistencia del viento de cola en las exportaciones locales.

La intención oficial es obtener en 2011 un superávit comercial similar al de 2010 que fue de U$S 12.087 millones, meta no fácil de conseguir porque el tipo de cambio real continúa abaratándose haciendo más competitivas las compras externas.

Como señala Ecolatina, “el problema es que la pérdida de competitividad externa impulsa las importaciones y desincentiva las exportaciones industriales. A esta dinámica se le suma una menor oferta agropecuaria exportable por la sequía (compensada en parte por el alza de los precios) y restricciones en materia energética, que aceleran las importaciones para cubrir el consumo doméstico”.

Entonces, la ampliación de las licencias no automáticas tiene por objetivo no sólo “proteger” a sectores domésticos sino “blindar” el frente externo y el mercado de cambios. En la misma dirección apuntan las medidas de control a la compra de dólares en bancos y casas de cambio y de freno a la salida de divisas (como el cierre del reaseguro externo), todo esto en un año electoral que adiciona una cuota de incertidumbre.

Autor: Redacción

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