Deportes

Cómo lograr que esto sea eterno

El equipo, liderado por Messi, celebra uno de los goles frente a Bolivia, el martes pasado.
Crédito: X@SELECCIÓN

Por Néstor Clivati

Ficción pura… claro que no hay manera de prolongar hasta el infinito este momento glorioso del fútbol argentino con estos embajadores sublimes; han sido 6 años con resultados que reflejan un trabajo, una identidad, una esencia de los mejores valores criollos, agiornados inteligentemente a los nuevos paradigmas que toda renovación exige. La conexión transversal que este ciclo liderado por Lionel Scaloni, ha propagado socialmente, es inédito y acaso sea su principal activo y su más cabal legado cuando en el futuro, sean otros los entrenadores que gestionen este escudo que ha recuperado un lugar destacado y distinguido a la vez, en el concierto mundial.

No necesariamente son sinónimos los títulos con los méritos, la popularidad con el prestigio o el respeto con la admiración; sin embargo, La Scaloneta ha conseguido ampliar las acepciones, toda una rareza para definir la alta competencia en los juegos colectivos. Como en todo hecho revolucionario hay hacedores y ejecutores, una coalición imprescindible para entender estos fenómenos esporádicos, que escapan a las rachas de resultados y nos advierten de la importancia que todavía tienen los méritos y el conocimiento en el marco del respeto y la disciplina.

La Selección Argentina se ha convertido en la coartada perfecta para sentarnos a una mesa común, basta con pararse en Libertador y Udaondo para regodearse con esa síntesis y ese privilegio de constatar que es posible cinchar todos en una misma dirección.

 

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(X@SELECCIÓN)

En un momento de nuestra historia, fue Diego el que nos unió detrás de su condición de Quijote con su mirada desafiante y su pasión incomparable por estos colores albicelestes, pero ahora esa pertenencia se ha convertido en una bandera sin ofensas, sin provocaciones repudiables, con una identidad que portamos con orgullo.

Este tiempo fecundo en estadísticas y en un reconocimiento unánime en escala planetaria, tiene una plataforma colectiva sólida y un nombre propio rutilante: Lionel Messi, que en los metros finales de su carrera, ha conseguido lo que nunca antes un deportista pudo lograr, darle brillo a su ocaso, agregarle valor a su cercano retiro y dejar abierto un capítulo más para sorprendernos.

Detrás de estas banderas, la capacidad de asombro, no tiene límites.

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