Terminé la secundaria, siempre me habían gustado mucho las materias de historia, sociales, y me compraba los libritos que eran el ABC de la sociología. Pero cuando lo leí no me gustó. Cuando vi el programa de la Universidad de Buenos Aires, es como que ahí empiezo a cursar. Eso fue algo muy directo. Cuando ingresé me encantó ese ambiente lleno de carteles y toda la movida política. Cuando ingresé era chica, toda la información que uno tenía era difícil de absorber, pero bueno, iba yendo, iba estudiando, me iba enganchando cada vez más, y en un momento paso de la sociología a un tema más de feminismo, de sexualidad. Hago una estancia con la UBA, me voy a México siete meses y ahí conocí un mundo muy prolífero en todo lo que era sexualidad y me empecé a formar en eso. Cuando vuelvo a Argentina estaban unos amigos en la revista “El panfleto” que era un espacio de militancia también, y empecé a escribir ahí sobre distintos temas: prostitución, masculinidad, con otras compañeras y compañeros. Terminé la facultad, trabajaba en otras cosas como suele suceder cuando uno estudia, y cursé una maestría en investigación en Ciencias Sociales y allí ya empecé a escribir un proyecto sobre jóvenes, y violencia en el noviazgo. Empecé a trabajar en Conectar Igualdad de la Nación, en el Ministerio de Desarrollo Social de Nación también, y después me sale la beca del doctorado en el Conicet. Era licenciada, hago en la UBA el doctorado pero también como parte del doctorado estuve un año y medio en México de nuevo.
Qué lectura hago de la sociedad mexicana
México es como un panorama súper complejo por todo el problema que tienen con el narcotráfico y el empobrecimiento. Es la entrada en el liberalismo a pleno. Cuando entran tan fuerte en el liberalismo con el Tratado de libre comercio la sociedad se empobrece -hoy tiene un sesenta por ciento de pobres- y ese empobrecimiento también genera un aumento de la violencia. Esos varones que eran patriarcas se sentían como en su jugo, de repente están sumamente empobrecidos y se empieza una cadena de violencia. Y al mismo tiempo tenés que la sociedad es violenta porque el narcotráfico da muchísimo trabajo, la vida no vale nada, hay todo el tiempo ajustes de sicarios, y es una sociedad sumamente machista. Eso culturalmente. Es como que todo eso lleva a una explosión. Lo que pasaba en Ciudad Juárez es que se tomaban mujeres para trabajar en las maquilas porque era más barato, y había como una revancha de los varones sobre esas mujeres con asesinatos. Y se suma a esto el tema de la trata y que están debajo de Estados Unidos. Hay un dicho allá que dice: “Tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios”. Es muy complicada la situación. Y es muy distinto vivir allá. Como que es la sensación que uno tiene. No me ponía un short ni loca por lo que te decían en la calle. Yo era extranjera, parecía disruptiva en ese espacio. Es más difícil ser mujer allá. Eso se ve en que las mujeres no acceden a determinados puestos de trabajo. La discriminación es grande aunque sea implícitamente. En la práctica nadie lo ve. El metro está separado en varones y mujeres porque hay muchos problemas de abuso, y ahí uno viaja estampado contra la pared porque son veinte millones de personas. Son treinta millones con población flotante que entra todos los días, y en Buenos Aires con población flotante no llegarnos ni a cuatro millones.
La sociedad argentina comparada con otras
Es difícil, no es tan sencillo hacer un corte entre países, sería bueno ejercerlo entre regiones, acá mismo en lo urbano y rural. Creo que el amor romántico acá en la Argentina tiene una injerencia muy fuerte, si bien al mismo tiempo hoy vemos a las jóvenes en nuestro país que son la vanguardia, armando los centros de estudiante en las escuelas secundarias, y dentro de los centros los espacios de género, siendo presidentas. Y antes no pasaba. Eso no lo vi en México. Fui a una asamblea feminista y he visto a chicas de dieciséis años muy formadas y con una cabeza increíble. También en las marchas. El feminismo es histórico en la Argentina y viene calando hondo desde hace mucho. Las que se notan que tienen las banderas son las estudiantes y son las que desbordan la institución. Creo que sus madres también tuvieron internalizado el feminismo. Ya generar una práctica violenta en la vía pública tiene repudio. Ha habido una modificación: el que abusa es el que queda estigmatizado. No es la joven la estigmatizada. Creo que hay un corrimiento. Y esto del empoderamiento, de las nuevas generaciones. Hay mucha sensibilidad.
Ver a la sociedad argentina desde mi profesión
A nivel general, y al volver después de un año, la veo mal. La gente está muy agobiada. Las noticias de cada día tienen impacto en uno todo el tiempo. Y hay que entender algo súper abstracto para poder vivir. Todo el tiempo hay malas noticias y más allá de los partidos políticos. ¿Y lo bueno cuándo?
Mi actividad como investigadora
La secuencia es: genero un equipo, consigo presupuesto, armamos proyecto, por eso estoy en un grupo de estudio dirigido por Mario Pecheny, donde tratamos ciertos temas globales, hacemos artículos. Esto funciona en el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales. Son grandes proyectos de varios años sobre temas de sexualidad y política en América Latina. Ahora estamos en un proyecto sobre espera. La idea de la espera como algo que constituye la forma en la cual nos relacionamos, entonces trabajamos la espera en salud, amor y dinero. Y las relaciones de estatus y poder. Por ejemplo cómo se dan las esperas en el sistema público de salud. Escribimos un libro sobre lo que son esperas de las mujeres trans o las personas trans en general en los sistemas de salud públicos. Cómo interactúan, cómo se las trata, si hay más o menos espera, la clase social, el que tiene prepaga no espera. Lo que trabajé con dos compañeros fue la espera por el whatsapp para pensar la violencia, cómo los celos y el control disparan escenas de violencia porque la otra persona no me responde, y hay un control absoluto sobre la vida del otro a través de internet.
Qué es ser feminista
Ser feminista es una posición política en la vida. Un anteojo. Una vez que uno se lo pone todo se ve distinto y le cuesta sacárselo. Está como hecho carne. Y se apunta a esto, a una sociedad donde la gente pueda vivir. Que todos podamos convivir, no solo la igualdad, porque uno a lo mejor no quiere ser igual, quiere ser como es, siempre que no se lastime al otro. Y poder disfrutar juntas. Ir en contra de todo tipo de discriminación, hostigamiento, presión. Por eso el feminismo siempre tiene esos diálogos con cualquier movimiento social. No sé si hay hombres feministas. Me parece muy difícil. Tengo mis dudas. Pero creo que en muchos varones hay una deconstrucción fuerte y hay una puesta en práctica.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Mariana Palumbo