La Palabra

¿Cómo estamos en cuestiones del clima del que tanto se habla?*

Es una cuestión en la que hay que tratar de mantenerse un poco cuidadosos con los temas. Hay una cantidad de estudios muy importantes, cada vez se dan más evidencias de que hay un proceso de cambio climático, y lo que hay que ir es a las fuentes, es decir a los climatólogos. Nosotros tenemos información muy buena de lo que es el CIMA -Centro de investigaciones del mar y de la atmósfera- y del Departamento de Ciencias de la atmósfera y los océanos que está en Ciencias Exactas. Ellos han dado mucha información porque están vinculados a redes internacionales. El clima es algo que no se puede estudiar a nivel local -se puede hablar del tiempo a nivel local- pero para ver la realidad de los grandes componentes y por qué funciona es de escala hemisférica o planetaria, por eso se llama global. Hay muchísima información y hay que tener mucho cuidado de no hacer interpretaciones erradas o simplistas.

Como una de las responsables del libro Riesgos, catástrofes y vulnerabilidades. ¿Qué significan los riesgos en el clima?

Nosotros nos acercamos a las cuestiones de cambio climático por interés de los climatólogos para desentrañar algunos aspectos de posibles impactos del cambio climático, o sea tratar de anticipar posibles impactos del cambio climático en la realidad nacional porque veníamos trabajando, al principio estudiando lo que se llaman catástrofes, pero no podíamos establecer por qué había esa reiteración de impactos negativos siendo que la sociedad se supone que aprende de sus errores, de sus equivocaciones o de sus problemas. Parecían nuevos impactos, la gran inundación del ochenta y dos y ochenta y tres en el litoral, la del noventa y dos, luego la del noventa y ocho. Tuvimos la suerte de estar en contacto con personas de Europa que nos hicieron conocer lo que era la Teoría social del riesgo. Ellos plantean que es necesario desarrollar una nueva ciencia, que la ciencia actual da respuestas parciales a los problemas complejos de la realidad nuestra y que es necesario buscar otros caminos, no desechar la ciencia que ha sido muy beneficiosa sino modificarla. Es ahí donde entramos a ver la cuestión del riesgo. Uno dice riesgo y parecería que está diciendo algo malo. Riesgo se define en esta concepción como la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno, y puedo hablar de la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno solamente si tengo conocimiento de qué es lo que puede pasar. Como ejemplo: si tengo los anteojos en la mano y lo suelto, sé que se van a caer, porque sé que está funcionando la fuerza de la gravedad. Esa gran virtud de la ciencia de anticipar las cosas, de decir cómo son las cosas, con eso puedo saber cómo pueden ser las cosas. Y de esa manera manipulando ese conocimiento puedo anticipar. Al poder anticipar puedo hacer cosas para que lo bueno suceda y lo malo no. Y eso está directamente vinculado a la prevención. Y desde ya no hablamos de momentos acotados o de desastre, sino hablamos de procesos. Entonces saber el riesgo no es malo, es bueno porque puedo anticipar lo que va a pasar. Pero qué hago con ese conocimiento y quién lo utiliza y cómo. Eso es una cuestión central donde las instituciones tienen un papel central. Según lo que se haga o no se haga se puede disminuir o minimizar los impactos negativos o se puede estar abonando a que esos impactos se amplifiquen como se llama en estos estudios. Por otro lado está el hecho de que las ciencias no saben todo, y el conocimiento va avanzando pero siempre hay novedades y la propia ciencia va generando nuevas condiciones de reproducción de la sociedad y que en ese sentido también esta teoría lo que nos abona es la posibilidad de entender lo que es la incertidumbre. Incorpora como componente la necesidad de saber cuáles son las incertezas, es decir estamos decidiendo en condiciones de conocimiento imperfecto. Pero igual tenemos que tomar decisiones porque hay valores y personas en juego, y las decisiones son urgentes. Pero ¿cómo se hace? Y ahí entra esta propuesta de ciencia posnormal que es los riesgos tienen que correrlos la gente sabiendo los riesgos y las incertidumbres que conlleva vivir en un determinado lugar y esa decisión tiene que ser con un conocimiento apropiado en la toma de decisión.

¿Esto significa que hay una pirámide en la investigación desde la base donde arriba está el gobierno decidiendo?

Es más complejo. Obviamente que la cuestión estatal es de una jerarquía y un alcance que las decisiones privadas no tienen. Pero hay múltiples situaciones. Se supone que está el gobierno manejando la cuestión común, pero también están las empresas que toman decisiones y también algunas de ellas han incorporado análisis de riesgo, sobre todo la línea de trabajo que habla de cómo se sale cuando sale de la industria el impacto negativo y se instala en la comunidad. Se llaman responsabilidad social empresaria y responsabilidad ambiental empresaria. Dos líneas de trabajo muy vinculadas a cierta ética y sobre todo a un impacto en la opinión pública para tener buena consideración de la empresa y los productos que vende.

Otro tema es el de la probabilidad y la casuística 

Hay que tener en cuenta que cada unas de las disciplinas -geógrafos, sociólogos, economistas, etcétera- puede aportar, pero necesitan tener un marco conceptual y una matriz común donde esos conocimientos se entrelacen y generen un conocimiento nuevo. Pero además, dadas estas incertidumbres también es necesario saber qué pasa con la gente, y ahí entra la necesidad de consultar a la gente que no necesariamente la gente decide por conocimiento científico. Va a decidir porque conoce el lugar durante muchísimos años y conoce los pulsos que allí ocurren -el vecino histórico que sabe cuándo se inunda, el vecino nuevo se va a enterar porque el agua le entró a la casa- entonces hay una presencia de la realidad material que tenemos. Y a veces los propios vecinos saben más que la persona que está queriendo hacer algo en el barrio. Hacer un metrobús en una avenida con sobre elevación va a ser un dique, entonces cuando llueva van a estar peor. No hay coordinación entre los que podan y los que tienen que retirar la poda, y si en el medio hay un alerta, pasan quince días en los que no se llevaron las hojas, y eso tapó todas las alcantarillas. Hay que ver todos los factores al mismo tiempo, no se puede mirar solamente la parte estética. Hay que tratar de ver que hay una ciudad arriba y una ciudad abajo, y esa interrelación parece que no se tiene en cuenta. ¿Cómo se decide? Tenemos que sentarnos y entre todos ver lo que es lo mejor, y si no tenemos información suficiente hay que preguntarle al vecino qué quiere hacer.

*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Claudia Natenzon

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web