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Cómo enseñarle a una niña a amar su piel oscura

FOTO KIRAN JOAN


Por Wajahat Ali*


Mi hija de 5 años, Nusayba, tenía puesto su vestido de princesa, hacía piruetas, se acomodaba una tiara de plata y revisaba su sombra de ojos y su labial rojo en el espejo del baño. Luego se puso a examinar su hermosa piel morena.

“No me gusta mi color de piel”, dijo. “Quisiera que mi piel fuera más clara. Es más bonito”.

Su comentario, hace varios meses, fue un golpe duro. Hasta ese momento, mi mujer y yo confiábamos en que habíamos protegido a nuestra hija de la maldición del colorismo, una herencia tóxica que sigue envenenando nuestras percepciones del ser y de la belleza.

Crecí en un hogar de inmigrantes paquistaníes, donde la obsesión por conseguir un tono de piel claro era tan común como comer dal-chawal (lentejas con arroz) con las manos o escuchar el adhan (el llamado) para la oración. Una tía en una fiesta de cumpleaños haría comentarios como: “Es muy guapa, pero, por desgracia, tiene la piel oscura” o “Para ser una chica de piel oscura, es muy bonita”.

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Esta jerarquía de colores brutal y sexista se desata en cuanto salimos del vientre materno. Ni siquiera los bebés se salvan. “¡Oh, qué gora-chitta (blanca)! Los padres son tan afortunados”, se sigue escuchando en las salas de maternidad desde Fremont, California, hasta Nueva Delhi.

Mi esposa, Sarah, es una estadounidense de origen pakistaní que jugaba al tenis en el calor de Florida, pero sus familiares siempre le decían: “No juegues mucho tiempo bajo el sol o te pondrás muy morena”. Ella se resistió al colorismo, pero los comentarios no dejaron de afectarla. En un momento de su vida universitaria, durante una visita a Pakistán, Sarah llegó a comprar un tubo de Fair and Lovely, una crema para aclarar la piel muy popular en el sur de Asia. Se dijo a sí misma que lo compró para ayudar a “igualar su tono de piel”, según me dijo después. (El año pasado, Unilever, propietaria de la marca de esa crema, quitó todas las referencias a “blanquear” y “aclarar” y renombró el producto).

Al criar a nuestros tres hijos en Estados Unidos, con su larga historia de racismo contra los negros y su creciente intolerancia hacia los asiáticos, los latinos, los musulmanes y otros grupos excluidos de los privilegios de la blancura, Sarah y yo intentamos vacunar a nuestros hijos contra este legado destructivo.

Siempre nos hemos esforzado por conectar a nuestros hijos con sus raíces desi (término que hace referencia a la diáspora del sur de Asia) y musulmanas. También hablamos con frecuencia de cómo la gente en Estados Unidos es tratada de forma diferente por su raza o color de piel, o porque su aspecto es distinto al del grupo mayoritario. Nos enfocamos sobre todo en cómo las personas negras y las personas con discapacidades se han visto perjudicadas no solo por los individuos, sino también por las estructuras y las maneras desiguales en que está configurada nuestra sociedad. Insistimos en que lo más importante es que traten a todos con amabilidad y respeto.

En el caso de Nusayba, hemos tenido que hacer un esfuerzo adicional. Es una superviviente de un cáncer en fase 4 que recibió un trasplante de hígado completo a los 3 años, después de someterse a duras sesiones de quimioterapia. Pasó un año sin cabello, conectada a tubos, pálida, y ahora lleva las cicatrices de la cirugía en su cuerpo. Nos hemos empeñado en comentar su fuerza y su coraje, y aplaudimos cuando nos desfila como modelo en las pasarelas, lo cual requiere una media de tres cambios de vestuario al día.

Les dimos muñecas, libros infantiles, dibujos animados y películas centradas en niñas y mujeres de color con personalidades fuertes, amables e independientes. Si veíamos Blancanieves o Enredados, protagonizadas por princesas blancas de Disney, la seguíamos con Moana, Mulán o La princesa y el sapo. Intenté por todos los medios que se aficionara a Ms. Marvel, una serie de cómics sobre una superheroína musulmana estadounidense de origen pakistaní, pero prefiere a Elsa y Anna de Frozen. (En gustos se rompen géneros).

A pesar de todo, no fuimos capaces de proteger a Nusayba. La fortificación que construimos con el amor y la consciencia resultó ser vulnerable a la insidiosa atracción de la blancura. Estados Unidos, como muchos países del mundo, castiga a la gente de piel más oscura, la que suele ganar menos dinero que sus compatriotas de piel clara y tiene más probabilidades de ser encarcelada y discriminada de diversas maneras.

¿Acaso es sorprendente que mi preciosa hija se sintiera inferior con su piel oscura? Ahora en la pantalla, hay más personajes negros y morenos que cuando yo crecía, pero incluso los protagonistas no blancos suelen tener la piel más clara (lo que mis parientes habrían llamado “saaf rang”). Alrededor del 80 por ciento de las mujeres negras que tienen papeles protagonistas en las películas familiares tienen un tono de piel “claro” o “medio”, según una investigación del Instituto Geena Davis sobre el Género en los Medios de Comunicación. Y los principales personajes representados en la cultura pop estadounidense siguen siendo en su gran mayoría blancos y hombres a pesar de nuestro fugaz “ajuste de cuentas” con el racismo y el sexismo tras las protestas de Black Lives Matter y #MeToo. Tal vez las personas de color ahora obtengan algunos papeles principales más, pero a menudo seguimos siendo marginados y simbólicos, relegados al papel del compinche y el villano con acento extranjero; pese a los imperativos económicos para que Hollywood sea más inclusivo.

¿Cuántas chicas como Nusayba se miran al espejo y solo ven defectos e imperfecciones? Una nariz demasiado grande, unos labios demasiado carnosos, unos ojos que deberían ser redondos, un pelo que hay que alisar, una piel que hay que blanquear.

Esto debe terminar aquí. Me niego a transmitir a mis hijos, y a sus hijos, una herencia de autodesprecio. Todos los días les recalcamos a nuestros hijos que la verdadera belleza no es física, sino que brilla desde el interior, reflejada por un corazón amoroso y generoso. Pero desde que Nusayba nos dijo que quería tener la piel clara, he convertido en una yihad diaria el realzar su belleza, diciéndole todos los días que su piel oscura es deslumbrante. En colaboración con mi mujer, amigos de la familia y parientes, a través de WhatsApp y FaceTime, también elogiamos su bondad y su carácter fuerte. Queremos que sepa que se le quiere y se le acepta tal y como es.

El racismo y el colorismo son enemigos desalentadores que amenazan a nuestra pequeña, y quién sabe qué mensajes está recibiendo Nusayba en otros lugares, de sus amigos y en la escuela. A medida que crezca, tendremos aún menos control sobre los mensajes a los que está expuesta.

Sabemos que no es un problema sencillo de solucionar, pero el mes pasado vimos una imagen que reforzó nuestra decisión de persistir en nuestros esfuerzos. Con su nuevo vestido rosa con volantes de My Little Pony y una corona de plata, Nusayba se miró al espejo. Vio a la princesa que le devolvía la mirada por un momento.

Luego dijo en voz alta: “Me encanta mi piel morena”.


(*) Es el autor del libro de próxima publicación "Regrese al lugar de donde vino: y otras recomendaciones útiles sobre cómo convertirse en estadounidense". Nota publicada por The New York Times.

Autor: REDACCION

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