Editorial

Como en "hablemos sin saber"

En un popular programa televisivo se había creado un sketch que funciona a modo de parodia de los ciclos con panelistas de todo tipo que abundan en la denominada pantalla grande. No encontraron mejor título a ese segmento que "Hablemos sin saber", que de alguna manera refleja el contenido de no pocos debates que se construyen en torno a este tipo de propuestas pasatistas. De alguna manera, el anuncio sobre el acuerdo de libre comercio alcanzado entre el Mercosur y la Unión Europea hace algo más de una semana desató en la Argentina, a pesar de que se desconocía la "letra chica" de ese convenio, un debate por momentos absurdo en torno al impacto que tendrá en los distintos sectores productivos. Así, emergió con fuerza esa "resistencia al cambio" muy común cuando se aproxima una profunda reorganización de lo que está o se toman decisiones que pueden modificar las reglas de juego.

Si bien salieron un conjunto de organizaciones empresarias a apoyar el acuerdo, otras tantas que representan a sectores menos competitivos de la economía argentina plantearon su rechazo de plano y describieron una suerte de apocalipsis para su futuro en caso de que se liberen los aranceles de aquí y de allá. Es que la implementación de este acuerdo obliga a la reconversión de determinadas industrias para poder competir sino quiere estar condenada a la desaparición. En este primer tramo de la discusión, el empresario sojero Grobocopatel alertó que el acuerdo provocaría desaparición de "empresas", pero no de "sectores". Por su parte, el presidente de la Asociación Pyme, Daniel Moreira, consideró que el tratado "va a llevar a la Argentina a un modelo de colonia".

Si bien hasta ahora hay poca información porque no se avanzó en el documento final que especifica los aspectos técnicos, de acuerdo con lo que se sabe, dentro del país, beneficiaría a los sectores ligados con el campo y perjudicaría a los industriales. Y a partir de esta primer lectura se encadenaron reacciones en todas las direcciones posibles. El jefe del bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria, el santafesino Agustín Rossi, advirtió que "la preocupación" por el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea aumenta porque "falta información". Y es así de simple. 

Lo cierto es que el tratado alcanzado entre el Mercosur y la Unión Europea, después de dos décadas de negociaciones, crea un mercado de bienes y servicios de 800 millones de consumidores que, según referentes de ambos bloques, accederán a una "oferta más diversa y de mayor calidad de productos a precios más competitivos". La UE es el primer inversor global, con un stock de inversiones que supera el 30% del total mundial. Importa el 17% del total de las compras mundiales de bienes y servicios y representa más del 20% del producto de la economía internacional.

Según el Gobierno argentino, entre los principales ejes del acuerdo se destacan "logros" para el Mercosur, como la posibilidad de lograr una mayor calidad institucional puesto que se establece un vínculo político, cultural y económico estratégico y permanente con la UE, con entorno económico, normativo e institucional moderno; presenta una normativa transparente y consensuada que reduce la discrecionalidad en la aplicación de las políticas económicas. Además significará una mejora de la competitividad de la economía argentina ya que dinamiza las condiciones de acceso a bienes, servicios e inversiones, al reducir y eliminar restricciones. A su vez, simplifica procedimientos de operatoria comercial, facilita el acceso a tecnología, insumos y bienes intermedios que son necesarios para producir bienes con valor agregado.

El tratado también favorecerá la integración regional, ya que puede consolidar el Mercosur a partir de reafirmar el proceso de integración y los compromisos asumidos en materia de circulación, armonización normativa y simplificación de procedimientos, entre otros. En lo que respecta a las PyMES, según el Gobierno argentino contempla beneficios específicos a partir de programas que facilitan su integración en cadenas de globales de valor, asistencia técnica, participación en compras gubernamentales, asistencia financiera, entre otros. En este sentido, tiene en cuenta los diferentes niveles de desarrollo y el estadio en el proceso de integración: el acuerdo se implementará en forma gradual en tiempos que garantizan un proceso de adecuación de la economía argentina a la competencia internacional.

El convenio suscripto en Bruselas estable que para los países del Mercosur los plazos de desgravación arancelaria se extenderán, en promedio, en períodos de 10 y hasta 15 años, mientras que la UE aceptó plazos de desgravación con el Mercosur de forma inmediata, situación sin precedentes en otras negociaciones del bloque europeo.

Por último, el Gobierno destacó que mediante el acuerdo se facilitará el incremento de la inversión extranjera al otorgar certidumbre y estabilidad de las reglas de juego. 

Inevitablemente el tratado quedó enredado en la campaña electoral. El Gobierno procura sacar provecho de lo que considera un logro mientras la oposición cuestiona la letra al advertir que significará la reprimarización de la economía argentina. Esto recién comienza. 







Autor: REDACCION

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