La Revolución de Mayo no fue aceptada por todos. Hubo disensiones y disputas y no fueron ajenos a estos episodios, religiosos y gente de todos los núcleos sociales.
Había quienes seguían siendo fieles a Fernando VII y se sentían solidarios con el régimen español. Otros en cambio adhirieron fervorosamente a los patriotas del 25 de mayo. Y esto trajo aparejados dificultades y tropiezos a muchas personas.
Triste y vergonzoso -si se quiere- fue la actitud de estos ciudadanos de los que la historia no se ha ocupado mucho, pero creo que es un hecho que no se debe ocultar. Otros, los que secundaron los ideales de Mayo en aquellos primeros tiempos en que se gestaba el nacimiento de la Patria, eran en realidad muy pocos.
La historia común, la de los libros de texto que estudiamos desde la escuela primaria, no vacilan en señalar que la Revolución de Mayo fue un éxito rotundo, profundo y claro. Muy lejos de eso, hubo resistencias en muchos ciudadanos que lejos de apoyar el momento patriótico siguieron fieles a la Madre Patria.
Guillermo Furlong en un artículo publicado en 1960 (1) comenta que de los 225 que votaron en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, 24 eran sacerdotes y 6 votaron a favor del Virrey, pero 18 votaron en contra solicitando la deposición del Virrey y la designación de una Junta. De los 60 militares que votaron, unos 11 lo hicieron a favor del Virrey y 49 en contra. De los comerciantes 22 votaron a favor de Cisneros y 25 en contra.
La causa americana fue bastante discutida como se colige por lo expuesto, aunque favorable para los patriotas que fueron los auténticos gestores de la causa revolucionaria, intentando romper los vínculos que manteníamos con España y lograr así la emancipación del país, que se concretaría el 9 de julio de 1816.
(1) Furlong, Guillermo.
Archivo. Revista de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina,
julio-diciembre de 1960 Pág. 569-612