Editorial

Ciudad centenaria

Exactamente un día como hoy de hace un siglo, el 26 de enero de 1913, Rafaela asumía oficialmente la declaratoria de ciudad, contando entonces con 8.242 habitantes. Habían transcurrido 32 años de la fundación o formación -una mención como punto de partida que estuvo envuelta en polémicas, resuelta finalmente con la aceptación de ambas como igualmente válidas- por parte de Guillermo Lehmann, quedando atrás tiempos realmente difíciles, demandantes de un enorme esfuerzo, ya que todo estaba por hacer, hasta llegar al basamento necesario para cambiar de rango y transformarse en ciudad.

Fue primer intendente Manuel Giménez, designado por el gobierno provincial que encabezaba Manuel Menchaca -quien ese histórico día estuvo aquí presidiendo los actos que se desarrollaron en la plaza 25 de Mayo-, el que hasta ese entonces había titulado la Comisión de Fomento. Desde entonces, y durante el transcurso de un siglo, ocuparon el máximo cargo de la ciudad 43 hombres -nunca una mujer fue intendente-, llegados por diversas circunstancias, algunos de ellos en más de un período. Hoy, en esta fecha clave de aniversario, la responsabilidad la tiene el arquitecto Luis Castellano.

Fue un día de fiesta, que vivieron los rafaelinos de aquel entonces, que de ser habitantes de una Colonia pasaron a serlo de una Ciudad. El acto central fue en la misma plaza central que hoy es orgullo de todos en el corazón mismo de la trama urbana, la cual fue engalanada de la mejor manera, incluso con un amplio arco de recepción con la leyenda de bienvenida al gobernador Menchaca, que llamó la atención de todos los presentes y especialmente, sorprendiendo a las autoridades visitantes. La apertura del día que con una salva de 101 cañonazos y diana en la plaza, donde más tarde fue firmado el decreto y discursos de Giménez y Menchaca. Como no podía ser de otra manera, fue servido un lunch y después un banquete en instalaciones de la Sociedad Rural al que asistieron 300 personas. Ya durante la tarde, espectáculos de diverso tipo y colocación de la piedra fundamental para el monumento a Guillermo Lehmann en el mismo sitio donde se encuentra emplazado actualmente, y ya durante la noche fuegos de artificio, desfile de antorchas, baile popular en la misma Plaza central y la fiesta de gala en el Club Social.

Hasta aquí los datos informativos del importante día vivido hace 100 años, que marcaron un hito trascendente al iniciar una segunda parte de la historia de Rafaela, sobre la cual hay muchos elementos para destacar en este momento de recuerdos y homenajes a quienes sembraron las semillas que fueron germinando, una y otra vez, a lo largo de esta centuria, permitiéndonos contar hoy con una ciudad que, aún dentro de nuestras diferencias, nos enorgullece el habitarla y ser parte de la misma.

Es cierto que existen muchas cuestiones pendientes, que hay problemas por resolver, pero todo fue dándose de esa manera y atrás han ido quedando muchísimas otras cuestiones que le fueron otorgando a Rafaela características salientes, especiales al decir de quienes nos visitan. Es probable que ese nivel de permanente demanda, sea parte de la herencia que se fue transmitiendo con las generaciones, y lo que afianzó la posibilidad de convertirse en una localidad con ciertas diferencias sobre sus pares, sostenida con un fuerte sentido de progreso, con visión de futuro, pero con la base del esfuerzo y del trabajo. Ese mismo que comenzó a afianzarse en 1881 con aquellas primeras familias que poblaron la incipiente Colonia, y que en pocos años, apenas 32, le otorgaron la fisonomía y la pujanza para transformarse en ciudad, con un brillo que luego le valió ser conocida como la Perla del Oeste.

Hoy, transcurridos 100 años, se conservan intactos esos valores traídos por aquellos colonizadores, gringos en su mayoría, que fueron los que dejaron cimientos sólidos para la gran ciudad que es Rafaela. Bien podría decirse que todo sigue como entonces, ya que con diferencia de matices, también es probable que de metodologías en algunos aspectos, continúa encabezando esa permanente búsqueda compartida la bandera del progreso, sostenida con trabajo y un enorme espíritu. Valores que afianzaron el progreso y que seguramente continuarán haciéndolo en el futuro.

¡Feliz primer siglo!

Autor: Redacción

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web