Corría el año 2007, exactamente ha pasado una década, cuando Rafaela comenzó a esperanzarse en poder contar en la en la ciudad con un Centro de Radioterapia para la atención de los enfermos oncológicos, para evitarles el esfuerzo y sacrificio que constituye el traslado a la ciudad de Santa Fe para recibir el tratamiento correspondiente. Si bien la idea había surgido un poco antes de esa fecha, cuando el entonces gobernador Jorge Obeid se encontraba transcurriendo los últimos meses de su mandato, convocando a licitación para la adquisición de un acelerador lineal que se instalaría en su correspondiente búnker a levantar en un predio dentro del Hospital Jaime Ferré, el proceso debió continuar luego durante la gestión del gobernador de Hermes Binner.
Comenzaron a surgir entonces una serie de cuestionamientos al proceso licitatorio, inicialmente
por no haberse incluido el búnker, luego se produjo un fuerte cruce con el INVAP, el organismo con sede en Bariloche que era el único que se había presentado en la licitación, cuestionándose diversas cuestiones -incluso el precio de 7,2 millones de pesos-, las que fueron debidamente respondidas y aclaradas por el referido Instituto del sur argentino, dejando al gobierno santafesino de entonces prácticamente sin respuestas.
Surgió entonces la cantidad de pacientes escasa que podrían reunirse en Rafaela y región cercana, como objeción para anular todo el proceso, aunque también allí se ofrecieron estadísticas que no eran como las aportadas desde el gobierno, como así también a la cuestión economicista que se imponía por sobre la prestación de salud.
Se pasó entonces a la posibilidad de una iniciativa mixta entre público y privado, pero también aquí luego de algunos avances, comenzaron a surgir inconvenientes, que finalmente dejaron al proceso en situación de fracaso. En realidad, y tal como se especulaba entonces, de parte del gobierno hubo nulo interés en dotar a Rafaela de un servicio público como el del Centro de Radioterapia.
A esta altura es oportuno rescatar en el recuerdo el nombre de una mujer que hizo mucho por esta lucha: Olga Lescano de Guazzini. Incluso ella misma fue quien poco antes de las elecciones de gobernador en 2006, había recibido la promesa del entonces candidato Binner, que en caso de ganar -como luego sucedió- continuaría adelante con la iniciativa de dotar a Rafaela de esas instalaciones para tratar a los enfermos de cáncer de toda parte oeste de la provincia, incluso recordando que quien sería gobernador es nativo de Rafaela.
Sin embargo, todas las circunstancias apuntadas, llevaron a postergar el proceso que estaba en marcha, confiando en que no sea algo definitivo y que en algún momento se retome, tal como ahora lo están proponiendo alumnas de 5º año del Colegio Nuestra Señora de la Misericordia, reuniendo firmas de adhesión en la web, para posteriormente volverlo a enviar al gobierno de la provincia para reactivar esta posibilidad.
Desde el primer momento, cuando allá por 2006 comenzó a gestarse la posibilidad del Centro de Radioterapia, tras una conversación mantenida entre el entonces gobernador Obeid y el médico rafaelino Pachún Barreiro -quien fue el primero en tratar de dotar a la ciudad con un procedimiento de esas características con la Bomba de Cobalto-, LA OPINION respaldó la iniciativa, y luego de frustrarse con todo ese no debidamente claro proceso de suma de inconvenientes, quedó como recuerdo el permanente al pie de página 2 "Rafaela espera por el Centro de Radioterapia". Fue justamente ese recordatorio diario el que motorizó el entusiasmo de las alumnas para dar curso a esta idea de volver a reflotar la posibilidad de contar con el Centro en Rafaela, elevando el petitorio al gobierno de la provincia una vez que se reúna la cantidad de firmas mínima necesaria. Razón más que buena para que quienes no lo han hecho todavía adhieran de la forma referida.
En todo este lapso hubo también otros intentos, pero como siempre, resultaron frustrados. Tal vez esta vez, lo que no lograron políticos, gobernantes y algunas organizaciones, puedan conseguirlo las estudiantes de la Misericordia, volviendo a darle el impulso necesario a esta idea, que cuenta con todos estos antecedentes, por ahora de fracasos enhebrados, falacias y falsas promesas. Estamos en una época de cambio y tal vez el destino final sea distinto.