Editorial

Celulares e injusticias

En determinados países, la inclusión, la igualdad y la justicia social se perciben como una realidad más allá de que siempre hay cuestiones para mejorar, aún en las sociedades más avanzadas. En la Argentina la deuda social aún es alta, por lo que es necesario continuar con los esfuerzos para que la inclusión no sea un mero postulado. La política de subsidios, que tiene a la Asignación Universal por Hijo como emblema, es una acción del Estado que apunta a redistribuir recursos entre los sectores menos favorecidos.

Distinta es la situación en otras regiones del mundo. Por estos días el relato de una periodista desnuda con absoluta crudeza la situación dramática que atraviesan las mujeres de la República del Congo, donde el valor de la vida se cuenta apenas por monedas. Sometidas a una esclavitud sexual por milicias que responden a empresas multinacionales que explotan la tierra con el fin de obtener oro, diamantes y el célebre coltan, un material que se utiliza en la fabricación de teléfonos celulares.

Si las escenas de la vida real que se registran en forma cotidiana en distintas regiones congoleñas se pudieran apreciar en una película, quizás el filme podría ser categorizado como del género de ciencia ficción. Es que no se puede creer que exista tanta maldad para tratar a las personas.

Resulta esencial el papel que cumple la periodista Caddy Adzuba para revelar al mundo el infierno más temido que viven miles de personas: denuncia la violencia sexual que sufren las mujeres de República Democrática del Congo, un país que soporta guerras intestinas desde 1996. Según las estadísticas, desde el inicio del conflicto se producen una media de cuarenta violaciones diarias a mujeres. Además, advierte sobre la utilización de las niñas y niños como soldados que hacen las diferentes bandas armadas.

Por sus denuncias desde Radio Okapi, una iniciativa de la Misión de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, fue reconocida con el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado 2009 por efectuar "una labor arriesgada y profundamente comprometida con los valores de la paz y la defensa de los derechos humanos".

Adzuba se ha transformado en una referencia de la lucha contra este genocidio. Durante una visita que realizó a España, explicó que la violencia sexual es perpetrada por todos los grupos beligerantes y que el objetivo de las violaciones, considerada como arma de guerra, es "destruir la moral del enemigo". En este sentido, indicó que para conquistar terrenos las milicias atacan al "más fuerte y, pese a su condición de vulnerable, la mujer congoleña es parte clave de la integridad familiar y del sustento de muchos hogares" por lo que "su destrucción física y psicológica es una victoria, un hogar menos".

En estos días se puede ver en la red social de videos YouTube un cortometraje durísimo realizado por la fotógrafa Ouka Leele, en el que Adzuba toma el caso de una familia para mostrar lo que le sucede a tantas, con la esperanza de descubrir al mundo lo que sucede en su país y buscar ayuda para transformar esa realidad. "Al llegar la guerra, los beligerantes hicieron de la mujer un campo de batalla. Usaron la violación como arma de guerra", advierte al presentar las imágenes de las atrocidades. En el video relata que siete rebeldes armados llegaron una noche a una vivienda donde residía un mujer con su marido y cinco hijos, que justo se preparaban para cenar. Varios de los milicianos ingresaron a la casa y lo primero que hicieron fue violar a la mujer mientras el resto de la familia observaba, aterrada. Las torturas siguieron hasta que la pareja de la mujer no pudo soportar más, quiso impedir que continuaran pero fue asesinado y descuartizado, también ante la vista de todos sus hijos y su mujer, quien fue secuestrada por el grupo.

En el medio de la selva, esclavizada, la mujer rogaba para que la maten y así dar por finalizado su tormento. Hasta que pidió que por lo menos le permitieran ver a sus hijos. "¿Así que necesitas ver a tus hijos? Muy bien, te los vamos a traer", le dijeron los malos, quienes volvieron con una bolsa donde estaban los cráneos de sus hijos. Desbordada, la mujer preguntó por qué era sometida a semejante tormento, sólo obtuvo como respuesta lo siguiente: "Has estado comiendo carne todo este tiempo, no pensarás que íbamos a cazar para ti".

El caso es uno entre miles. Impacta por su salvajismo. Refleja la contracara de lo que la humanidad aspira a ser. Y muestra que no sólo se trata de un conflicto entre tribus o milicias, sino que detrás del telón operan oscuros artífices del capitalismo internacional que buscan proveer, entre otras empresas. Así se plantea la relación entre celulares y un femicidio a gran escala.

Autor: REDACCION

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