Editorial

Casi la misma brecha

 

La diferencia entre los ingresos de los más ricos y los de los más pobres parece haberse reducido en una mínima porción. La noticia en sí no es mala, pero si se la contextualiza se llega a la conclusión de que el avance es prácticamente insignificante, y que el camino que resta recorrer para lograr una sociedad más justa es tan largo como el que separa a Rafaela de la Gran Muralla China.

Tres de cada diez familias en la Argentina -2,3 millones de hogares- reciben mensualmente un ingreso total que es inferior o igual a $ 2150, monto que, según estimaciones de fuentes privadas, se aproxima al valor actual de la canasta de bienes y servicios básicos que marca el umbral de la pobreza.

Según informó esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Censos, el ingreso medio que tienen los hogares de los centros urbanos del país es de $ 4.394, de acuerdo con lo relevado en la encuesta de hogares del tercer trimestre del año. La cifra es un 24,5% superior a la de un año atrás, por lo que el ingreso real habría quedado levemente retrasado respecto del incremento que tuvieron los precios al consumidor, siguiendo también las estimaciones hechas por economistas y no los cuestionados datos de inflación oficiales.

De acuerdo con los números más recientes de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), el conjunto de alimentos básicos para que un hogar no sea considerado indigente cuesta 1.109,30 pesos para una familia integrada por un matrimonio joven y dos hijos pequeños, en tanto que una canasta ampliada de bienes y servicios básicos cuesta, siempre según esos cálculos, 2.054,1 pesos.

Cabe aclarar que ese relevamiento de precios tiene en cuenta los productos que el INDEC incluye en las canastas, cuyos valores determinan el umbral de la indigencia y de la pobreza, respectivamente (las familias que no perciben recursos para cubrir el precio de esos bienes son consideradas indigentes o pobres).

Pero los precios informados por fuentes privadas u oficiales difieren en gran medida. Y, como se sabe, son los estimados por centros de estudios no gubernamentales los que se toman en cuenta, por ejemplo, para la negociación de salarios.

El cuadro de ingreso de la encuesta de hogares del INDEC muestra que un 10% de los hogares percibe un ingreso inferior a los $ 1.100, que es el valor de una canasta de indigencia. La mitad de las familias, en tanto, percibe recursos que suman no más de $ 3.400 mensuales.

Los datos difundidos recientemente por el organismo estadístico estatal marcan una leve mejora en la distribución del ingreso, en comparación con las cifras del tercer trimestre de 2009. Según el cuadro del ingreso per cápita familiar -cuántos recursos hay por cada persona que integra un hogar, provenientes de cualquier fuente-, el 10% más pobre de la población se queda con el 1,5% de la torta, y el 10% que le sigue, con el 2,9 por ciento. En ese segmento, hubo una mejora del 1,2 y del 2,6%, respectivamente, en relación con lo que percibían en el tercer trimestre de 2009.

En el otro extremo, el 10% más rico no perdió participación, sino todo lo contrario: pasó del 32,6 al 32,9%. Por su parte, el 10% que le sigue en la pirámide sí resignó algo de su porción de la torta: pasó de tener del 17,4 al 16,9%. Y la diferencia entre el ingreso medio del 10% más rico frente al de la población más pobre se redujo de 28,2 a 22,6 veces.

A la hora de analizar ese recorte, uno de los factores que parecen haber influido es el pago de la asignación por hijo, de 220 pesos, que comenzó en diciembre de 2009, por lo que no estaba vigente cuando se realizó la encuesta del tercer trimestre de 2009. Sin embargo, no fue significativo el impacto de la asignación sobre los niveles de pobreza. De hecho, mientras que para el INDEC la pobreza del primer semestre de este año alcanzó al 12% de la población y al 8,1% de los hogares, consultoras como Ecolatina, SEL o el centro de estudios de la CTA ubican el índice en alrededor del 30%.

La brecha entre ricos y pobres se achicó y eso nunca deja de ser positivo. Pero a este paso harán falta innumerables trimestres como el tercero de 2010 para acercarse tímidamente a una sociedad más justa. Y no parece que se hayan diseñado políticas para profundizar esta tendencia en el mediano y largo plazo.

Autor: firma 1

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