País inestable e imprevisible como pocos, la Argentina regularmente alterna períodos de florecimiento económico y expansión de sus recursos con otros de crisis que inevitablemente derivan en ajustes, a veces salvajes que disparan tensiones y conflictos de distinta magnitud. En un escenario cambiante se torna complejo una planificación a mediano y largo plazo, más aún considerando la falta de consenso sobre políticas de Estado, esto es que cada gobierno que se instala en el poder tiene la propensión de descartar lo que hizo el anterior y ensayar nuevos caminos que llegarán hasta que termine su mandato. Y así el país parece atar su destino a una suerte de círculo vicioso en el que repite la historia y sus problemas sin poder avanzar realmente.
De acuerdo a datos oficiales, se estima que en Argentina tres millones y medio de familias, esto es alrededor de un tercio de la población del país, no tienen una vivienda adecuada. Se trata de una situación que parece agravarse año tras año, puesto que la tendencia al aumento del déficit habitacional se mantiene desde 2001, según advirtió un documento del CIPPEC en el que aborda en profundidad la problemática del acceso al hábitat. Frente a este panorama, tanto el diseño como la implementación de la política de vivienda constituyen una instancia clave de la gestión del territorio para revertir las desigualdades estructurales, subraya la entidad.
En el año 2001 la
población urbana total del país era del 89,3% y para el año 2015, según proyecciones del INDEC, se estimaba que la población alcanzó 42,4 millones, mientras que la tasa de urbanización ascendió al 94%. Con
dicha tasa, Argentina se encuentra entre las naciones más urbanizadas del mundo, por encima de
la media de las naciones de Europa y Estados Unidos.
En este contexto, según estimaciones de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda
de la Nación (desde marzo de 2018, Secretaría de Vivienda), en nuestro país el déficit habitacional
es de 3,5 millones de viviendas. Entre las viviendas afectadas, 2,2 millones son viviendas
deficitarias, 1,1 millones son de hacinamiento semi-crítico y 0,2 de hacinamiento crítico.
En un artículo publicado por Santiago Bulat en diario La Nación, se asegura que desde el año 2000, la población mundial que vive en los "asentamientos informales" creció en un promedio de 6 millones de personas por año. En nuestra región se estima que un 21% de la población urbana reside en barrios informales; en la Argentina el porcentaje es del orden del 17%. Con presupuestos generalmente insuficientes, los gobiernos de todos los niveles de nuestro país han entregado viviendas subsidiadas para las poblaciones más vulnerables, lo que ha resultado en barrios homogéneos, de baja calidad y aislados de los centros y fuentes de trabajo.
Cuando se habla de déficit habitacional, explica Bulat, se hace hace referencia a dos fuentes de requerimientos: uno de tipo cualitativo, relacionado con mejorar la calidad de la vivienda, y otro, de tipo cuantitativo, relacionado con el número de viviendas. En este sentido, señala que el cómputo de este último trata de estimar las nuevas unidades necesarias para que exista una relación uno a uno entre viviendas adecuadas y familias que necesitan alojamiento. En tanto, el déficit cualitativo se refiere a las viviendas particulares que deben ser mejoradas en sus atributos materiales, acceso a servicios (agua corriente, cloacas, luz eléctrica) y eventual hacinamiento.
Desde esta perspectiva, el parque habitacional se divide en grandes grupos de calidad. El primero es "vivienda buena", cuyas condiciones son satisfactorias, el segundo es "vivienda recuperable", que es aceptable pero requiere intervenciones específicas y parciales para convertirse en vivienda buena; y finalmente "vivienda irrecuperable", donde solo cabe su reemplazo dado que no hay posibilidad efectuar una mejora.
En la última semana, el Gobierno nacional estrenó un nuevo plan de viviendas sociales a través del lanzamiento del Programa Casa Propia - Construir Futuro, que busca edificar 120.000 unidades habitacionales hasta finales de diciembre. La novedad es que propone un nuevo modelo de crédito en Argentina gracias a nuevas líneas a tasa cero y cuotas accesibles, con actualización de capital a través de la fórmula Hog.Ar, esto es que tiene en cuenta la evolución del salario y por tanto ofrece mayor previsibilidad en un país imprevisible.
En una economía cruzada por las crisis, endeudarse a largo plazo es tener la espalda del legendario griego Damocles, lo que significa una amenaza persistente de un peligro. Quienes tomaron créditos hipotecarios a través del sistema UVA (Unidad de Valor Adquisitivo) dan testimonio: la persistente inflación generó una fuerte asimetría provocando que se rompiera la equidad contractual y los beneficiarios comenzaron a encontrar dificultades para cumplir con los pagos.
Casa Propia - Construir Futuro comenzó con pie derecho impulsado por la necesidad de acceder a la vivienda propia. En una semana más de 110 mil personas se inscribieron para acceder a los créditos de refacción y construcción.