Donald Trump continúa siendo una caja de sorpresas, adoptando actitudes de lo más curiosas y llamativas en cada una de sus apariciones, y tal como van las cosas, se trata de un posicionamiento que es muy probable se vaya agudizando, siendo a tal extremo que no son pocos quienes suponen que el presidente de los Estados Unidos debería ser sometido a un examen psiquiátrico. Algo similar a cuando Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, llegó a decir que se comunicaba con el fallecido Hugo Chávez a través de un pajarito. O con el norcoreano Kim Jon-un quien no trepidó en asesinar a todos sus familiares para evitar riesgos sucesorios en su cargo, habida cuenta que lo heredó de su padre, también feroz dictador.
Por cierto el mundo está comprometido, pues los líderes mundiales pueden ser menos o más inteligentes, menos o más capaces, pero deberían tener al menos un equilibrio emocional que evidentemente está brillando por su ausencia en muchos de ellos, teniendo muy presente que manejan arsenales nucleares que pueden desatar una contienda con efectos devastadores, mil veces más cruentos que los ataques sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón.
El introito esta vez, es para comentar la agresiva y desproporcionada conferencia de prensa ofrecida días atrás por Trump, quien calificó a los medios de prensa de "falsos", "fracasados", "desleales" y "deshonestos", fustigando además muy duramente a su antecesor Barack Obama, de quien dijo que le dejó "un caos total", a la vez que insistiendo que construirá el muro a lo largo de toda la frontera con México y que lanzará un nuevo decreto -el anterior se lo contuvo la justicia- para restringir el ingreso de refugiados de países musulmanes.
Nada extraño por cierto, pero mientras se esperaba que algunos de estos temas se vayan diluyendo, por el contrario adquieren cada vez mayor volumen, llamando especialmente la atención la fuerte agresividad y confrontación con los medios de comunicación, por la violencia utilizada. En tal sentido, quizás aquí en la Argentina no llame demasiado la atención por lo vivido durante el kirchnerismo, llegándose hasta la aprobación de una ley para controlar a los medios, que incluso posteriormente fue vulnerada por el propio gobierno en beneficio de sus objetivos.
El objetivo de Trump fue tratar de desvirtuar todas las informaciones que brinda la prensa y que no están en sintonía con sus objetivos personales, sino que además son fuertemente críticos con sus posturas. Incluso, debe recordarse, merced a estos informes divulgados desde la prensa, Trump debió introducir modificaciones en su gabinete, reemplazando al asesor en seguridad interior Michael Flynn.
Según el magnate que preside los Estados Unidos, los medios están repletos de "odio" hacia él y su gobierno, al que tratan de menospreciar, una postura que en cambio cada día que pasa está sumando más ciudadanos estadounidenses, incluso aquellos que votaron por el republicano hoy ocupante de la Casa Blanca.
Cómo será que atrasa el pensamiento de Trump, que con esto de la muralla que piensa construir en la frontera con México, encuentra antecedente en varios siglos antes de Cristo cuando fue levantada la gran muralla china -cuyo trabajo demandó justamente varios siglos-, hecha para proteger al Imperio de las invasiones desde el sector norte, teniendo una extensión de cerca 6.000 kilómetros. Y más cerca en el tiempo, el luego derribado muro que dividía a las dos Alemania, símbolo de la represión. Esta es una clara definición de lo que es en realidad el presidente Trump, con conceptos que van a contramano del mundo, y que en esto quedan claramente reflejados. Separar en lugar de unir, agredir en vez de acercar, con la confrontación como premisa central de casi todas sus acciones.
El ataque contra el periodismo fue total, acusando tanto a los medios como a los periodistas, con toda esa larga lista de calificativos despectivos, llegando a deslizar que ponen en riesgo la seguridad nacional, y también, que trabajan en favor de los extranjeros y de otros países. Indudablemente Trump tiene una visión y una postura que le dificultarán seriamente llevar adelante su gestión durante su permanencia en la Casa Blanca, si es que sigue tal como ahora, incluso con la perspectiva de profundizar más todavía esta actitud de permanente confrontación.