Editorial

Cadenas de valor mundiales

De un tiempo a esta parte, el concepto de "cadenas de valor" se ha instalado en todos los análisis que se realizan a modo de radiografía a los sectores productivos a fin de descubrir sus fortalezas y debilidades. Según la definición de Economipedia, la cadena de valor es una herramienta de análisis estratégico que ayuda a determinar la ventaja competitiva de la empresa. De este modo, con la cadena de valor se consigue examinar y dividir la compañía en sus actividades estratégicas más relevantes a fin de entender cómo funcionan los costos, las fuentes actuales y en qué radica la diferenciación. A modo de apunte, se puede señalar que este concepto surge en 1985 cuando el profesor Michael Porter, de la Universidad de Harvard, introdujo el análisis de la cadena de valor en su libro "Competitive Advantage" (ventajas competitivas) para el que se sirvió del análisis utilizado previamente por Mckinsey & Co.

Porter profundizó en el análisis con el objetivo de mejorar la rentabilidad de las empresas. Al fin de cuentas, consideró que la cadena de valor busca generar ventajas competitivas, y su estudio se aplica también a otras actividades como la cadena de suministro y las redes de distribución. La globalización ha llevado a la creación de las cadenas globales de valor y a ser materia de estudios frecuentes. 

En una investigación publicada por el Grupo Banco Mundial, se afirma que en una era caracterizada por la desaceleración del comercio y el crecimiento, los países en desarrollo pueden lograr mejores resultados para sus ciudadanos implementando reformas que aumenten su participación en las cadenas de valor mundiales. Sostiene que este conjunto de reformas puede ayudar a expandir sus economías pasando de las exportaciones de productos básicos a las manufacturas básicas, y a garantizar que los beneficios económicos se distribuyan de forma más generalizada en la sociedad.

Esta es la conclusión a la que llega el Grupo Banco Mundial en el Informe sobre desarrollo mundial 2020: El comercio al servicio del desarrollo en la era de las cadenas de valor mundiales. Se trata del primer estudio de la entidad dedicado al comercio desde fines de los años ochenta. En él se concluye que desde entonces las cadenas de valor mundiales han impulsado una transformación económica que permitió a los países más pobres avanzar rápidamente por la vía del desarrollo. A través de dichas cadenas, los países en desarrollo pueden especializarse y enriquecerse sin tener que crear industrias enteras desde cero.

Hoy en día, las cadenas de valor mundiales representan casi el 50 % del comercio internacional. Pero, según el informe, su crecimiento se ha estancado desde la crisis de 2008. Las fricciones comerciales han generado incertidumbres relacionadas con el acceso a los mercados, lo que ha llevado a las empresas a considerar la posibilidad de postergar los planes de inversión. Asimismo, los beneficios de la participación en las cadenas de valor mundiales no se han distribuido de manera equitativa entre los distintos países ni dentro de ellos.

A pesar de estos desafíos, en el informe se señala que las cadenas de valor mundiales pueden seguir siendo un motor de crecimiento sostenible si los países en desarrollo adoptan reformas normativas más profundas, y las economías avanzadas adoptan políticas abiertas y predecibles. Se muestra que los países pueden tomar la iniciativa para obtener mejores resultados eligiendo entre una variedad de opciones adaptadas a la etapa específica de desarrollo en la que se encuentren. Estas opciones incluyen políticas más sólidas para reducir las emisiones de carbono (como la valoración económica de la degradación ambiental) y ayudar a los trabajadores desplazados a conseguir nuevos empleos.

En particular, en el informe se destacan los pasos que pueden seguir los países para atraer inversiones dentro de las cadenas de valor mundiales, aun cuando se hayan visto en gran medida excluidos de la revolución de las cadenas de valor. Pequeños pasos, como acelerar los trámites aduaneros y reducir las demoras en las fronteras, pueden generar importantes beneficios para los países que están haciendo la transición de las exportaciones de materias primas a un nivel básico de manufactura. Para muchos de los bienes que se comercializan en las cadenas de valor mundiales, un día de retraso equivale a imponer un arancel superior al 1 %. Asimismo, las inversiones que mejoran la conectividad modernizando las comunicaciones, los caminos, los ferrocarriles y los puertos pueden generar grandes beneficios.

De acuerdo con el informe, las cadenas de valor mundiales promueven la productividad y el crecimiento, reducen la pobreza y generan mejores puestos de trabajo puesto que las empresas que integran las cadenas de valor mundiales contribuyen a que las personas se dediquen a actividades de manufactura y de servicios más productivas y tienden a emplear a más mujeres, respaldando así la transformación estructural en los países en desarrollo.









Autor: REDACCION

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