Cuando se suceden las investigaciones en torno al cambio climático y su impacto en los distintos ecosistemas, aparecen luces amarillas como la de los semáforos para llamar la atención sobre problemas que pueden agravarse con el paso de los años en caso de que no haya una reacción para evitarlo. Ahora un estudio de la prestigiosa revista Science señaló que la población de aves en América del Norte ha disminuido en una cuarta parte desde 1970, equivalente a casi 3.000 millones menos de aves.
El informe subraya que la mayor afectación se observa en las zonas rurales, probablemente debido a la reducción de los campos y las praderas y la extensión de las tierras de cultivo, así como por el uso de pesticidas que matan insectos afectando toda la cadena alimentaria. Pero las aves forestales y en otros sectores también están en declive.
El 90% de las pérdidas ocurren en 12 familias de aves, incluidos gorriones, currucas, mirlos y jilgueros (las especies que viven en Estados Unidos y Canadá no son las mismas que en otras regiones del mundo). Estas cifras se corresponden con la disminución observada en otros lugares, particularmente en Francia, donde el Observatorio Nacional de Biodiversidad estimó en un 30% la disminución de las aves de campo entre 1989 y 2017.
Los patos y gansos son la gran excepción: sus poblaciones, después de haber sido amenazadas, han aumentado desde 1970, gracias a la conciencia de los cazadores que han apoyado las medidas de protección, explicó un coautor del estudio, el ornitólogo Ken Rosenberg, de la Universidad de Cornell y la American Bird Conservancy.
El tema también fue abordado en un extenso artículo por el diario El País de España con el inquietante título "Hacia un mundo sin pájaros", en el que expresa que tanto en Europa como en Norteamérica han desaparecido hasta la mitad de las aves más comunes en las últimas décadas. Respalda su planteo al indicar que en Norteamérica han desaparecido 2.900 millones de pájaros en 50 años y en Europa 400 millones en 30 años. Sobre las causas, remarca sin rodeos que el avance de la agricultura está reduciendo la disponibilidad de insectos y, con ellos, el alimento de muchas especies de aves.
En el artículo de El País se ofrecen tres datos de lo que considera un fenómeno global que está alarmando a los científicos. Plantea que en las inmediaciones del lago Constanza, frontera acuática entre Alemania, Suiza y Austria en el corazón de Europa, las poblaciones de gorriones se han reducido en un 90% desde 1950. En tanto, en el desierto de Mojave en Estados Unidos el raro cucarachero desértico es cada vez más difícil de ver. Mientras que en el delta del Okavango, en Botsuana, la cantidad de buitres ha descendido un 80% desde hace apenas 20 años.
El conjunto datos que preocupan a los expertos, basados en avistamientos de una amplísima red de observadores, tanto aficionados como científicos, están en línea por un trabajo paralelo apoyado en la última tecnología. Los autores del estudio usaron los registros de 143 radares de la red NEXRAD de la agencia meteorológica de EE. UU. para detectar cambios en el volumen del flujo migratorio de las aves sobre el cielo estadounidense. En este sentido, si bien no pudieron remontarse más allá de 2007, han estimado que la migración ha disminuido en un 13,6% en ese tiempo.
Al indagar sobre las causas de este déficit dado por la masiva desaparición de pájaros, los investigadores que analizaron el caso de Norteamérica apuntan al deterioro del hábitat, la presión directa humana o el avance de la agricultura y, en especial, su intensificación. Un reciente estudio español relacionaba la desaparición de prácticas agrícolas tradicionales como el barbecho con el descenso de las poblaciones de aves de pastizal. También la sofisticación de los insecticidas está dejando sin alimento a las especies insectívoras. Otras causas apuntadas podrían ser la deforestación en las zonas tropicales o el trastorno provocado por el cambio climático, en especial entre las aves que anidan más al norte.
De todos modos, no hay demasiados datos para saber si el fenómeno es realmente global o se limita a las regiones más alteradas por los humanos, al menos en cuanto a las aves más comunes. La ornitóloga de Cornell Viviana Ruiz, que no ha intervenido en el estudio de EE. UU., recuerda en un correo que, en América Latina, la situación es "igual de intensiva o peor, en porcentaje sobre la población total". Y da algunos datos: el 44% de las 1.156 especies de aves residentes en Centroamérica están amenazadas, con un 14% en estado crítico.
En caso de consolidarse la hipótesis de que la menor cantidad de aves está relacionado a la práctica agrícola por la deforestación para ganar terrenos para cosechas o la aplicación de insecticidas para cuidar los campos sembrados, otra vez estaremos ante daños colaterales de una actividad clave en la generación alimentos para una población que no para de crecer en todo el mundo.