Las tímidas correcciones al modelo que comenzó a aplicar la
presidenta Cristina Kirchner, como los ajustes de tarifas y los
recortes de subsidios, podrían profundizarse en el 2013, con el
fin de mantener a raya cierto equilibrio en las variables
económicas.
Esto representará un desafío mayúsculo en un año electoral
clave si, como todas las señales políticas sugieren, el
oficialismo intenta buscar una reforma constitucional con el
objetivo de habilitar la oportunidad de otra reelección para la
jefa de Estado.
El gobierno estima que si Brasil confirma su recuperación y la
cosecha de soja alcanza los niveles previstos, la economía podrá
crecer hasta 4,6 por ciento en el 2013, luego de un 2012 que
cerrará con un alza inferior al 2 por ciento.
Pero aún con ese viento soplando a favor el año próximo, la
Casa Rosada es consciente de que el país necesita reducir las
expectativas inflacionarias, que atentan contra cualquier plan de
inversión a mediano plazo, pero sobre todo erosionan buena parte
del esfuerzo que destina el Estado en planes sociales.
La estrategia diseñada por la Rosada elude abordar en forma
explícita el problema de la inflación, porque considera que en
caso contrario se alentarían aún más las expectativas de alza de
precios, pero el equipo económico es consciente de que el tema
deberá abordarse con más herramientas en el 2013, porque ningún
proyecto de crecimiento puede convivir a largo plazo con inflación
de dos dígitos.
Para desacelerar las expectativas del alza de precios, el Banco
Central deberá poner en revisión su laxa política de emisión
monetaria, que no puede estirarse hasta el infinito.
La defensa del mercado interno es uno de los caballitos de
batalla que el gobierno esgrime como fundamento de su éxito
electoral, pero cuanto más artificiales sean los recursos para
sostener el consumo, mayores serán los riesgos de deterioro.
Tal vez por ello, la expansión del gasto público haya comenzado
a desacelerarse en los últimos meses -en buena medida bajando los
niveles de transferencias de coparticipación a las provincias-, y
la estrategia de subsidios fue puesta en revisión por parte del
gobierno.
Eso explica que Cristina Fernández haya aceptado fuertes
aumentos en las tarifas de servicios tan populares como el tren y
los colectivos, y que previamente haya ordenado aplicar aumentos
con sumas fijas en las facturas de electricidad y gas, además de
eliminar subsidios en barrios de alto poder adquisitivo y
countries.
El problema es que, aún con esas medidas, el rojo fiscal sigue
siendo uno de los talones de Aquiles del modelo.
El aumento del gasto público, y los mayores egresos provocados
por la inflación, acentuaron el déficit fiscal en octubre, que
alcanzó los 4.050 millones de pesos, 35 por ciento más que en
igual mes del 2011.
Ese desequilibrio se produjo a pesar del auxilio de 3.448
millones por parte de la ANSeS y del Banco Central, por lo que el
déficit podría haber alcanzado los 7.500 millones.
A pesar de estos números, el ministro de Economía, Hernán
Lorenzino, destacó que el Gobierno está aplicando "políticas
contracíclicas", y señaló que ese es el "camino correcto".
El ministro cerró el año con una reunión fuera de agenda en la
Casa Rosada con la presidenta, de la cual se retiró muy contento,
tal vez por los aires de renovada confianza que le habría mostrado
la mandataria, quien también dio un total respaldo al titular de
la AFIP, Ricardo Echegaray, cuyo mandato fue renovado por
decreto.
Una de las medidas más polémicas que se mantendrá en el 2013
será el cepo cambiario, aunque tal vez acelerando el proceso de
devaluación de la divisa a nivel oficial, que este año ya cerrará
con una depreciación del peso del 14 %, el doble que en el 2011.
A diferencia de 2009, cuando la actividad económica cayó y la
inflación bajó 10 puntos, 2012 fue un año de estancamiento pero
con precios que se dispararon por encima del 20 por ciento.
Lo que preocupa a los economistas es que si bien hubo menos
demanda, consumo e inversión, los aumentos de precios no cedieron.
El problema es que el cepo cambiario, además de derrumbar el
mercado inmobiliario e impedir la salida de capitales, evitó el
ingreso de dólares para abonar las importaciones, y así por
ejemplo la compra de maquinarias bajó más del 20 por ciento.
Las reservas del Banco Central terminarán bajando este año unos
3.500 millones de dólares por el pago de deuda, aunque se logró el
gran objetivo fijado por el secretario de Comercio Interior,
Guillermo Moreno, de obtener un superávit comercial de 12.000
millones para abonar el combustible importado.
La construcción cierra el año con una baja del 5% mientras que
lo permisos caen entre 30 y 40%, lo cual tuvo su correlato en una
caída del empleo.
Según datos oficiales, más del 90 por ciento de los pocos
empleos generados este año fueron en la esfera pública.
En este escenario, la Inversión Bruta Interna Fija cerrará 2013
con una caída cercana al 6 por ciento, y registraría el año
próximo un repunte "insuficiente", lo cual impediría que se
registre un crecimiento significativo del empleo.
Aquí tal vez radique uno de los mayores desafíos que tendrá el
gobierno nacional en el 2013.