Editorial

Brasil de Rousseff

Hace muy poco nuestro vecino Brasil se convirtió en la sexta economía del mundo, desplazando a Gran Bretaña de esa posición, lo cual habla muy en su favor por el enorme desarrollo que viene sosteniendo, aun cuando todavía y a pesar de las mejorías observadas en el rubro social se mantengan enormes desigualdades. De todos modos, aun cuando los cambios en ese aspecto no se dan con la velocidad esperada, son sostenidos y además gozan de firmeza, habiendo en la última década salido de la extrema pobreza 10 millones de brasileños, y además, de los 49 millones de hogares que hay en el país, el 60% de ellos se encuentran en la clase media, lo cual fue logrado por la mejora de ingresos y acceso al crédito. Se trata, en cuanto a cantidad de personas, 100 millones de sus habitantes, aunque todavía haya 24 millones de pobres e indigentes, completándose el cuadro población con la clase de mayores ingresos, la cual también se incrementó en los últimos tiempos.

Este ascenso social estuvo muy relacionado con la gestión del presidente Lula da Silva, plenamente ratificado ahora por su sucesora Dilma Rousseff, quien acaba de cumplir su primer año de gestión, alcanzando con el 59% un verdadero récord de popularidad, superando a todos los presidentes que la precedieron, recordándose por ejemplo que un muy buen jefe de Estado como Lula en esta misma instancia alcanzaba un 42 por ciento.

Tres de los aspectos de la personalidad de Rousseff que fueron destacados en la encuesta, fueron "muy inteligente" para el 80% de los que respondieron, su temperamento "decidido" para el 72% y su "sinceridad" para el 70%, aun cuando durante 2011 debió afrontar la caída de 7 de sus ministros por cuestiones de corrupción, sin que ello en ningún momento alcanzara siquiera a rozar su imagen, en tanto que al contrario de Lula logró atraer a un gran sector de la clase media.

Esta excelente consideración que tiene Rousseff entre los brasileños, ocurre justamente en medio de una crisis mundial que de alguna manera está afectando también a la economía brasileña, aunque se tiene depositada en ella una gran confianza en cuanto a superar la situación, al extremo que el 46% confía en que la actividad económica crecerá, mientras que el 60% estima que su situación económica personal será más sólida en el presente año.

Los analistas brasileños en cuestiones políticas no tienen dudas respecto al afianzamiento de la presidenta, incluso habiendo superado momentos complicados al tener que desprenderse de nada menos que 7 ministros en solamente un año, lo cual no hizo otra cosa que consolidarla más todavía, ya que la gente deposita en ella toda su confianza al observar como procede, con sinceridad y transparencia, sin siquiera intentar defensas, excusas o argumentaciones en quienes fueron elegidos por ella misma para ocupar ministerios, y que debieron dejar sus cargos salpicados por hechos de corrupción y enfrentando en todos los casos la repulsa pública.

La buena marcha de la economía es uno de los sostenes más sólidos de Rousseff, pues le ha permitido avanzar en la solución de los problemas sociales, aprovechando la base que le dejó Lula en los dos mandatos anteriores, pero ahora en apenas un año habiendo hecho su aporte personal de manera muy enérgica. Habiendo profundizado más la distribución de la renta, lo cual fue cobrando cuerpo entre los años 2004-2009, y ahora continúa de manera muy sostenida. Esto es precisamente uno de los aspectos que los brasileños advierten en su presidenta, además de los ya puntualizados.

Volviendo a los avances que se vienen registrando en el plano social, digamos que un estudio reciente de dos consultoras, coinciden en que hoy en Brasil hay 404.900 hogares de la clase más baja en la calificación social, lo cual significa solamente un 0,8% del total de 49 millones de hogares que hay en Brasil, pero de todas maneras al trasladarlo a la cantidad de personas indigentes tenemos que suman 10 millones. Aunque si miramos hacia atrás, y no demasiados años, sólo a 1997, había entonces el 13% de los hogares en situación de pobreza extrema. Es decir, Brasil sigue teniendo problemas, pero mucho menores que pocos años atrás, habiendo logrado que la riqueza se vaya derramando hacia toda la sociedad, o bien a una mayor parte de ella.

Está sin dudas en buen camino, y de ahí que la presidenta Dilma Rousseff tenga tan alto nivel de aprobación por su gestión. Más que todos los presidentes de ese país al cumplir su primer año de gestión. No es poco lo conseguido.

Autor: Redacción

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