Con la asunción del duro de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil se abre una nueva etapa en Sudamérica, con la reconfiguración de las relaciones entre los gobiernos de la región. Un montón de interrogantes se acumulan en torno al futuro del Mercosur y en particular en cómo será el vínculo entre brasileños y argentinos. Al menos desde lo gestual, el flamante jefe de Estado del vecino país ha tenido la delicadeza de adelantar que ambas naciones caminarán juntas de la mano. Teniendo en cuenta que Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, ese mensaje es tranquilizador para la Casa Rosada pero también para cientos de empresarios que exportan sus productos hacia ese destino, incluso varios rafaelinos.
De todos modos, con el discurso ultraconservador de Bolsonaro hay lugar para desconfiar de la orientación que dará a su gestión. Por caso, su gobierno anunció una "limpieza" de simpatizantes de izquierda entre los cargos de confianza de los ministerios, para poder aplicar sin trabas internas su programa ultraconservador en lo social y liberal en el terreno económico. "Es la única manera de poder gobernar con nuestras ideas y hacer lo que la sociedad brasileña decidió por mayoría: terminar con las ideas socialistas y comunistas que durante 30 años nos llevaron al caos", afirmó Onyx Lorenzoni, ministro jefe de la Casa Civil a la hora de justificar.
En términos de discurso político el anuncio se presenta agresivo, pero en la práctica es algo más común de lo que se cree, es lo que sucede con mayor estridencia o bajo acciones disimuladas en cualquier gobierno de provincia o de municipios en la Argentina.
En la Casa Civil, ministerio que articula las tareas del gobierno brasileño, ya fueron exonerados 300 empleados que tenían cargos de confianza, es decir, cuyo nombramiento depende de la administración de turno y no de un concurso público. Mauricio Macri también lo hizo, es razonable.
Más allá de la agenda social, analistas coinciden en que la prioridad del nuevo gobierno de Brasil será la recuperación definitiva de la economía, tras dos años de recesión y dos de débil crecimiento. El ministro de Economía, Paulo Guedes, anunció que se empeñará en reducir los gastos públicos y en "acelerar las privatizaciones" e insistió en la urgencia de una -impopular- reforma del sistema de jubilaciones. En este sentido, aprobar para avanzar con la polémica reforma jubilatoria el gobierno debe aprovechar su capital político en el Congreso que asumirá el 1 de febrero, que se perfila como el más conservador de los últimos tiempos. "Es la lección de Maquiavelo: haces el mal de una vez y las bondades de a poco. La reforma de las jubilaciones será mal vista por los afectados, pero el gobierno debe hacerla mientras cuente con capital político", destacó un experto.
Controvertido, Bolsonaro se convirtió en una celebridad política por sus opiniones misóginas, racistas y homófobas y no por su actuación de casi tres décadas en el Congreso. Pero Brasil, apabullado por años de recesión económica y corrupción, quería cambios y vio una válvula de escape en el controvertido excapitán. En su primer discurso con la banda presidencial, quiso demostrar a sus electores que podrían contar con él para proseguir la cruzada contra sus enemigos tradicionales, similares a los que llevaron al poder al estadounidense Donald Trump en el marco de una ola ultraconservadora mundial.
A lo largo de su hasta ahora discreta carrera, ha cuestionado la democracia, ha defendido la dictadura militar (1964-1985) y el uso de tortura. Sus posiciones generaron indignación, pero también le ganaron simpatías en un electorado que lo ve como el gobernante de mano dura necesario para mejorar la economía y luchar contra la corrupción y la violencia. Subestimado cuando lanzó su apuesta presidencial, fue cohesionando una base, principalmente gracias a su profusa
actividad en las redes sociales. Sus publicaciones ganan miles de apoyos en cuestión de minutos y su atípica campaña electoral sin maquinaria partidista se probó exitosa. Tanto que fue un candidato virtual durante el último mes de la
contienda, después de que una puñalada en el abdomen durante un mitin lo mantuviera hospitalizado y convaleciente por semanas.
Sus propuestas favorecen la posesión de armas y una visión represiva para combatir la violencia, niega el cambio climático y se dice a favor de explotar áreas ambientales preservadas, reducir tierras indígenas demarcadas constitucionalmente y liberar al turismo zonas de protección e investigación ecológicas. En el plano social, con una clara influencia católica y el peso de su fuerte base electoral evangélica, es contrario al aborto, a la diversidad sexual y quiere un esquema de educación meramente técnica en las escuelas.
La decisión de quitar todo lo que tiene color rojo de la residencia presidencial, incluso sillas, marca el nivel de intolerancia de Bolsonaro hacia el Partido de los Trabajadores de Lula y Dilma. Así, su irrupción en el primer nivel de la política brasileña amenaza con crear una grieta tan grande como la que existe en la Argentina.