La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca representará, a priori, un notable empujón en el objetivo medioambiental de transformar el parque automovilístico en EE. UU.
Entre sus promesas de campaña está el crear un millón de empleos en la industria como parte de un plan verde que, de cristalizarse, forzará a los pesos pesados de Detroit a completar su transición hacia la inevitable nueva realidad de los vehículos eléctricos.
Los ejecutivos de la industria cuentan, además, con que Biden endurecerá las normas de emisiones de los vehículos tras cuatro años de permisividad de Trump en ese aspecto. Más de una veintena de Estados, con California a la cabeza, han protagonizado una batalla legal con la Administración actual por el control de las emisiones que debería disiparse con el desembarco del presidente electo.
ESTANDAR VERDE
La esperanza es que se imponga un solo estándar para todo el país que evite más trabas comerciales para las marcas a raíz de la guerra entre Washington y los Estados.
Trump optó siempre por rebajar el listón medioambiental de la era Obama para agilizar la venta de coches estadounidenses, aunque en la práctica supuso un obstáculo añadido. La disparidad de regulaciones en el país se ha convertido en un dolor de cabeza para los fabricantes.
"Esperamos que se acabe imponiendo un solo código a nivel nacional", señaló Chris Reynolds, jefe de producción en EE. UU. para Toyota, en una entrevista con The Wall Street Journal. "Y estamos abiertos a un compromiso razonable para poder llegar a eso".
El otro asunto clave será la postura del exvicepresidente de Obama en lo tocante a aranceles y relaciones exteriores: a priori Joe Biden no entrará en una guerra comercial con China u otros países que impida a las compañías abaratar costes con la importación de partes desde el extranjero, en lo que supondría otro cambio importante para la industria frente al nacionalismo a ultranza de Trump.
Biden se ha impuesto a Trump en el 'Rust Belt' - la cuna del automóvil en EE. UU.- con la promesa de impulsar esta industria automotriz en su lucha contra el cambio climático. Y parece que el plan ha calado entre las empresas de la zona. Gusta la idea de una suerte de Plan Renove que incentive a los dueños de vehículos de combustión a cambiarlos por modelos a pilas de forma gradual. Sería parte de su objetivo de depender exclusivamente de energías renovables para 2035, en una inversión que alcanzaría los dos billones de dólares en infraestructuras.
Por marcas, Tesla podría ser una de las más beneficiadas por la victoria de Biden, cuya agenda podría acentuar su liderazgo en el mercado de los eléctricos a nivel mundial. Su ambición de acelerar la instalación de medio millón de estaciones de carga por todo el país es uno de los puntos a favor, siempre y cuando logre los fondos en Washington, con el Congreso y el Senado divididos.
El otro podría pasar por los incentivos gubernamentales para la venta de eléctricos, como el programa ZEV (Zero Emissions Vehicle) de California y otros 13 estados y por el que se otorgan créditos a las compañías que producen y venden vehículos cero emisiones. Tesla se ha servido de ello, en parte, para encadenar cinco trimestres de beneficios. En el tercer trimestre registró 397 millones de dólares por ese concepto.
Pero además de Tesla, Rivian, Nikola, Arcimoto y otros nombres del transporte eléctrico en EE. UU. pueden beneficiarse de un cambio de política desde Washington. Incluso los fabricantes de autopartes ven el cambio con ojos favorables. "Si hay un mayor énfasis en la electrificación, genial" , dijo a los analistas el jefe financiero de Borgwagner, una de las líderes del sector. (Fuente: El Mundo Motor).