Con una economía que acumula déficits tanto en el sector público como en la balanza comercial, Argentina no podrá despegar y comenzar a crecer para reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Con la nueva incertidumbre en torno al mercado cambiario, todo parece estar atado con alambre en este país donde la previsibilidad es un concepto vacío. Los argentinos parecen vivir en el reino de lo inesperado.
Los especialistas advierten sobre la necesidad de aumentar las exportaciones al punto de lograr un superávit comercial, lo que garantiza el ingreso de dólares genuinos para sustentar la recuperación de la economía. Lejos quedó aquel año 2011 cuando el valor total de las exportaciones (FOB) fue de 82,981 millones y el de las importaciones (CIF) fue de 73,961 millones.
El tema fue abordado por un reciente informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), en el que se alerta que la Argentina se encuentra en una muy difícil encrucijada puesto que la tasa de interés es muy elevada para recomponer el crédito y, con ello, propulsar la salida de la recesión. Pero apenas se intenta bajarla, el dólar tiende a subir. En una economía bi-monetaria, donde la gente transa en pesos pero ahorra en dólares, esta inestabilidad cambiaria genera incertidumbre que no ayuda ni a contener la inflación ni a salir de la recesión. En tanto, el mercado continúa trasladando a precios la fuerte devaluación del 2018 por lo que la inflación en los dos primeros meses del año fue superior a la esperada, afirma.
En tanto, cuando se observa la situación económica en los países vecinos, como Chile y Uruguay, el panorama es muy distinto. La inflación en Chile es de 2,5% y en Uruguay del 8,4% anual. El dólar en ambos países subió apenas 8% en todo el año 2018. Las tasas de interés son tan bajas como la inflación, por eso el crédito para la producción y el consumo funcionan con normalidad. De aquí que Chile creció 3% y Uruguay 1,5% en el 2018, además de que vienen creciendo moderada pero sostenidamente desde hace varios años lo que hizo que ambos países superaran a la Argentina en Producto Bruto Interno (PBI) per cápita, detalla el reporte de Idesa.
Al mismo tiempo, resalta que muchos son los factores que explican esta marcada diferencia de desempeños. Pero un indicador muy sugerente que desnuda las diferencias entre los países son las exportaciones por habitante. En este sentido, según datos de los institutos de estadísticas de los tres países se observa que Chile exporta U$S 4.025 por persona, Uruguay U$S 2.134 por persona mientras que Argentina exporta sólo U$S 1.384 por persona. Estos datos muestran que tanto Chile como Uruguay tienen la capacidad de generar muchas más exportaciones que Argentina. Esto implica que, en términos relativos, en Chile y Uruguay hay más abundancia de dólares que en Argentina, lo cual les permite importar mucho más (Chile importa por el equivalente a U$S 3.000 por habitante y Uruguay a U$S 2.500 por habitante) que Argentina (que importa apenas U$S 1.500 por habitante) sin que esto les provoque inestabilidad cambiaria.
Según Idesa, una economía con más importaciones tiene mayor diversidad de precios y calidad tanto de bienes de capital e insumos para la producción como de bienes de consumo para la población, brindando así mayor bienestar. Por tanto, el problema de fondo de la Argentina es que genera muchas menos divisas que las que necesita para satisfacer sus expectativas de vida. En otras palabras, para hacer crecer la actividad económica y el empleo formal se necesitan crecientes importaciones porque el sector productivo consume muchos bienes intermedios y de capital que se producen en el exterior. De hecho, el 85% de las importaciones en Argentina corresponden a máquinas, repuestos e insumos, agrega.
Asimismo, los argentinos ansían consumir productos extranjeros y viajar al exterior tanto como los chilenos y uruguayos. Pero pretender reactivar la producción, consumir productos extranjeros y viajar al exterior exportando tan poco fatalmente deriva en inestabilidad cambiaria y, asociada a ella, alta inflación y recesión. El estancamiento y la inestabilidad es un derivado de la baja capacidad de exportar.
Teniendo en cuenta la abundancia de recursos con que cuenta el país para producir bienes y servicios muy demandados en el mundo resulta hasta contradictorio que Argentina exporte poco. Sin duda que la explicación son las reglas de juego internas que hacen muy difícil exportar desde la Argentina, es decir la falta de competitividad. Impuestos distorsivos, falta de infraestructura, malas regulaciones, escasos acuerdos comerciales con otros países son elementos que conspiran contra la posibilidad de exportar más. A esto se agrega la inestabilidad en el tipo de cambio, signada por periodos de atraso cambiario seguidos por fuertes devaluaciones que imponen las crisis producto de la escasez de dólares. Este es un comportamiento histórico y lo que se observa en la actualidad como extensión de la falta de dólares y la devaluación del 2018.