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Arturo Gentilini: "Seguí trabajando en el teatro porque no sé cómo se vive sin hacerlo"

Por Marilú Colautti

Rafaela, fiel a su inclinación al teatro sigue ofreciendo propuestas en ese sentido, recientemente entrevistamos a Arturo Gentilini un multifacético hombre de teatro que no se detuvo y que pese a la pandemia continuó creando y está a pocos días de estrenar un nuevo trabajo en la tradicional sala del Bv. Lehmann. Sus respuestas ponen de relieve su incondicional amor por la mágica expresión artística que es el teatro.

Veo que la pandemia no te paralizó, ¿cuál fue el aspecto más negativo de esta situación?
"Lo negativo de esta pandemia es muchísimo, desde el encierro y lo que esto ocasiona en las personas, hasta el tener que multiplicar exponencialmente los esfuerzos para sostener todo. Un teatro como el nuestro tiene gastos fijos de mantenimiento que aunque esté cerrado hay que seguir pagando. Llevamos más de un año cerrados salvo un período cortísimo de tiempo que no nos alcanzó ni para ventilar la sala. Por suerte contamos con el acompañamiento de muchísima gente y empresas que en lugar de soltarnos la mano (porque era una situación terrible para ellos también) nos dieron un apretón para sostenernos. Eso da una fuerza increíble porque corrobora que lo que hacés le importa a mucha gente y eso es más que suficiente para seguir. Es más, creo que te da más ganas todavía.
¿Qué fue lo que te animó a seguir trabajando?
"Seguí trabajando en el teatro porque no sé cómo se vive sin hacerlo. Y no fui yo solo. Muchos del Lasserre seguimos en movimiento: dirigentes, artistas y personal. Cuando vayas vas a ver los camarines y sus pasillos pintados, las aberturas también. Seguimos con el proyecto que ya lleva muchos años y que ahora es impostergable de cambiar el techo de la sala Remonda. Estamos renovando la marquesina. Acomodamos y acondicionamos espacios como el vestuario, la biblioteca, la cocina. Artísticamente encaramos la propuesta de “Destino Insular” y tenemos otro espectáculo casi terminado y por estrenar que tiene como protagonistas a textos de escritores rafaelinos, pero eso te lo cuento más adelante.
"El teatro es una invitación a trabajar permanente y yo en realidad no lo puedo esquivar.
Según lo informado, "Destino Insular" es una pieza que escribiste hace un tiempo ¿por qué la consideraste apropiada para este momento?
“Destino Insular” nació como un ejercicio de escritura dramatúrgica que fue imponiéndose cada vez con más fuerza en mi cabeza. Siempre comparto lo que escribo con allegados (Virginia, algunos compañeros de teatro y amigos) y ellos también influyeron para que siga, hasta que me convencí que valía la pena y la terminé. Después de bastante tiempo empezamos a ensayarla con mi hijo Máximo y con Martín Werlen. Era de esos proyectos que uno dice “sin apuro”, “cuando esté la estrenamos” iba bien y en el medio nos agarró la pandemia que detuvo todo. Después Martín no pudo seguir con el proyecto y entonces pensamos que siendo padre e hijos convivientes podríamos ensayar sin preocuparnos por protocolos ni distanciamientos, se lo consulté a Martín y me dio vía libre. Lo invitamos a Mariano y aceptó. Natalia Debórtoli, que ejerce la asistencia de dirección, es la novia de Máximo así que quedó todo en familia. Empezamos en casa mucho tiempo y ahora llegamos a la sala. Parecía que no pero ya vamos a estrenar.
"No sé si es adecuada para el momento, pero es una propuesta en algunos puntos novedosa, actual y creemos que va a gustar. El teatro siempre viene bien, al público y a los que lo hacemos.
Los ensayos en familia ¿alivianaron el momento de trabajar la propuesta?
"Trabajar en familia es una experiencia enorme. Se alivianó mucho porque estábamos encerrados por la pandemia y convertimos los ensayos en una tarea doméstica te podría decir y eso fue entretenido y divertido. En realidad ya trabajamos en otras oportunidades en familia. Bueno con Virginia -Tessio, esposa de Arturo y reconocida actriz- muchísimas veces y con mis hijos también compartí el escenario pero siempre actuando. En “Mucho ruido y pocas nueces” actuamos los cuatro y fue fantástico.
¿Cómo es la relación con tus hijos siendo también su director?
"En “Destino Insular” cambiamos roles, yo escribí la obra y ahora los dirijo a ellos que actúan. Es gracioso pero creo que me obedecen más como director que como padre. Yo sé que son muy buenos actores y por eso me animo a exigirles y lo cierto es que rinden mucho. Están los dos fantásticos. El apoyo y asistencia de Natalia es un aporte genial de alguien con un enorme camino recorrido en la fotografía que se inicia casi por accidente en el teatro. Es excelente la combinación. También hay que sumar a Virginia que apoya, opina y suma todo el tiempo.
¿Podés dar un pantallazo de la temática de la obra?
"La temática de la obra es bastante simple pero te voy a contar poco. Te cuento que son dos hombres que por primera vez en su vida se van de vacaciones, contratan una excursión con todo incluido, los llevan hasta el lugar, una isla paradisíaca, sin gente como ellos querían, sin ruidos como ellos querían, con buenas playas como ellos querían. Todo ideal. Hasta que descubren que están solos, aislados y notan que en la isla pasan cosas raras… y… hasta ahí te cuento, nada más. Sí te puedo decir que la historia da para recorrer temáticas que pueden ir desde lo psicológico, lo social, lo humano y lo político hasta cualquier otro lugar adonde quieras ir. Bueno, nosotros fuimos casi para todos lados.
¿Cuántos años hace que estás en teatro?
"Estoy en el teatro desde hace algo más de cuarenta años. Empecé en el Taller del Liceo Miguel Flores con Emilio Comtesse e Higinio Beccaría, grandes maestros; aunque te cuento que cuando era chico en el patio de mi casa había una pieza, un depósito podría decirse ahora y ahí yo con amigos y vecinos hacíamos espectáculos que presentábamos al púbico. Íbamos por las casas de los vecinos invitando a la función y ¡venían! Cobrábamos entradas y todo. Ahora me doy cuenta de que lo que hacíamos era “Varietté”, hacíamos sketchs, trucos de magia, una amiga que estudiaba danzas españolas bailaba, actuábamos. Un lindo recuerdo. En el liceo fue algo más en serio, después pasé a “Abutardas” un tiempo, después a “Oralita” en el Lasserre y después al elenco del Lasserre donde me quedé a vivir hasta hoy. Hice radioteatro, algo de tele, la verdad es que cuarenta años son muchos. ¡Pero a veces pienso como me las ingenié para hacer todo eso en tan poco tiempo! Es una broma, pero sí, lo cierto es que hice mucho.
¿Cuándo empezaste a dirigir?
"La dirección me interesó siempre y por eso estaba cerca de mis directores y de ellos aprendí. Opinaba, tiraba ideas que muchas veces se ponían en escena y cuando me di cuenta era yo el director. Lo primero que dirigí creo que fue “Eran cinco hermanos y ella no era tan santa” de Miguel Iriarte porque Antonio Germano tuvo que irse a dirigir la Comedia Federal por un año a Córdoba. Después vinieron otras. También dirigí muchos años al grupo “Tiempo” de Moisés Ville. Ahí formamos un grupo extraordinario donde crecí mucho también, y así seguí, nunca paré en estos más de cuarenta años. Hice algo de radioteatro, algo de tele. Hice mucho. Fueron muchos años y me gusta trabajar en el escenario. Hubo momentos en que tenía tres o cuatro obras simultáneas en marcha. De hecho ahora estoy en tres.
¿Y a escribir?
"En el terreno de la escritura estuve siempre, desde chico escribo, pero no sé si soy escritor, escribo como hombre al que le gusta escribir. En la dramaturgia me inicié con Mauricio Kartún, nada menos. Vino a Rafaela a dar un curso de tres meses y lo hice. Como trabajo final de ese curso escribí “La Cajita de madera” que se publicó en el diario gracias a vos y después se representó con un elenco de Lehmann. Al año siguiente el mismo Mauricio Kartún nos convocó a Virginia (mi esposa) y a mí para una beca con él en Buenos Aires. Nosotros hacía poco que estábamos casados, ya teníamos a Máximo y no nos podíamos ir los dos y Virginia, siempre generosa conmigo, me dijo que vaya yo y fui. Una experiencia tremenda, conocí a gente talentosísima como Patricia Suarez, Sandra Franzen, María Rosa Pfeiffer con quienes seguimos siendo queridos amigos todavía. Estaban también los inolvidables Jorge Ricci y Rafael Bruzza, recientemente fallecidos, a quienes ya conocía porque me habían dirigido con ellos nos unía una entrañable amistad. Un grupo de lujo que jamás imaginé integrar pero ahí estaba. Mauricio lo llamaba “Grupo Bota” porque éramos todos de la provincia de Santa Fe que tiene forma de bota. Ahí escribí “Angelita y el ángel” que después estrené en el Lasserre y nos fue muy bien.
"Siempre estoy escribiendo. Es como un ejercicio que hago, y algunas veces escribo cuentos, otras teatro. Bueno “Destino Insular” salió de una de las veces que escribía teatro, me fue gustando como iba saliendo, me gustó como quedó, la compartí con personas cercanas que apoyaban con su opinión y la empezamos ensayar.
¿Facilita la cosa ser una familia teatral?
"Creo que sí facilita mucho las cosas ser una familia teatral. Todos tenemos el mismo registro de locura, nos entendemos a la perfección.
"La verdad es que el teatro, cuando te lo tomás en serio es muy demandante y no sé si cualquiera se banca a un familiar que haga teatro. Es mucho tiempo afuera, ensayando, con funciones, mucho de noche porque tenés que ensayar fuera de los horarios de trabajo. El teatro es como un mundo dentro de otro mundo y no es fácil vivir en dos mundos simultáneamente, tiene lo suyo y no todos lo entienden. Si a tu esposa la conociste en el teatro, si uno de tus hijos nace después de una función y el otro actúa en la panza de su mamá hasta un mes antes de nacer la cosa se simplifica. El teatro pasa a ser una extensión de nuestra casa y eso ayuda mucho. A veces me llama la atención porque mis hijos tienen información de la actuación que nunca se las enseñé pero ellos crecieron ahí y lo aprendieron".


Autor: REDACCION

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