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Argentina: pinceladas británicas Novena nota

Por José Pepe Marquínez

Sin lugar a dudas los ferrocarriles constituyeron una importante presencia británica en nuestro país.
Ha quedado plasmada una infraestructura muy copiosa como consecuencia de su desarrollo y son ejemplos incontrastables, las estaciones ferroviarias dispersas a lo largo y ancho de Argentina. Se destacan por el estilo del neoclásico inglés, es decir funcionalidad y monumentalidad. Las estaciones de trenes del interior se caracterizan por su impronta constituida por aleros, salas de espera, techos de tejas, ladrillos a la vista y aberturas color verde oscuro; todo ello complementado por los pasos a niveles, vías, señales, viviendas para el personal y en definitiva todo lo concerniente e indispensable para el funcionamiento del servicio.
En consonancia con lo afirmado, voy a referirme a la monumental estación de trenes de Retiro.
El fin de semana extra- largo del 20 de junio recorrí, una vez más, Buenos Aires y entre los objetivos trazados se encontraba el aludido complejo. Majestuosa, imponente y soberbia.
A partir del 2014 paulatinamente fue puesta en valor y con la inauguración del sector andenes, lo que se produjo a fines de junio de este año, se daban por terminadas las obras.
Retiro constituye la cabecera norte de la línea Mitre y hasta 1948 se denominó Central Argentino. Hacia 1860 se encontraba en la periferia de la ciudad.
En 1856 la Compañía Primitiva de Gas de propiedad inglesa, comenzó con el rellenamiento del terreno ocupado por el Hotel de Inmigrantes, el cual se trasladó a un edificio ubicado en el puerto Nuevo. Inmediatamente se instalaron las líneas ferroviarias del Central Argentino, Central Córdoba y Buenos Aires al Pacífico.
En febrero de 1897 un incendio destruyó las instalaciones de la antigua Estación Central inaugurada por Sarmiento en 1872. A raíz del suceso ígneo surgió la idea de la construcción de una gran estación ferroviaria y se le encomendó el proyecto al estudio del arquitecto inglés Lawriston Conder. Esta idea emanó como consecuencia del progreso acelerado y sostenido de nuestro país por aquel entonces.
El proyecto de Conder fue llevado a cabo por el ingeniero Reginold Reinolds y la infraestructura fue diseñada por la empresa Frances Morton And Co de Liverpool. Se puede ver en sus enormes columnas de hierro y en sobre relieve esta mención, con el aditamento que alude a esa ciudad inglesa.
El nombre de la estación y del barrio, obedece a la quinta que el gobernador Agustín de Robles había edificado en 1702 y que llamó “El Retiro”, al igual que la casa de campo que poseían en Madrid los reyes de España.
La estación fue inaugurada el 2 de agosto de 1915 por el presidente Victorino de la Plaza y actualmente se llevan a cabo visitas guiadas. En forma concomitante (1913) se inauguró en Buenos Aires “la línea A” de subterráneo, la primera en Sudamérica, lo que demuestra el grado de bonanza de Argentina por aquel entonces, no obstante encontrarse el mundo en los prolegómenos de la primera conflagración global. A la fecha de su inauguración, la prensa decía que estaba dotada de los paragolpes hidráulicos más poderosos del mundo.
El hall central es imponente. Tiene un balcón alto que lo circunda el cual estaba reservado para el jefe de la estación, ya que desde allí observaba todo su movimiento.
Las boleterías se encuentran en el centro entre el hall central y el vestíbulo; constan de unas columnas de hierro forjado con tapas de roble que cumplen la función de separación entre la fila de pasajeros que espera su turno y el que saca su boleto por ventanilla. Se los denomina “pupitres” y se los emplea a su vez como apoya valijas. Los majestuosos faroles son de estilo florentino y simulan antorchas.
Siguiendo con el hall central, advertimos un gran mapa original en donde se detallan los ramales de todas las provincias y se observa un reloj de cuatro caras con numeración en romano. Si nos detenemos en la observación minuciosa de este instrumento, notamos un error: el número IV está dibujado como IIII y que como tal, en el ordenamiento numérico romano no existe.
La cartelera observada no es original y el estilo de la estación es eduardiano académico el cual se distingue por la simetría y la monumentalidad. En cuanto a su considerable altura, es menester señalar que se la tuvo en cuenta a los fines de disminuir los efectos de la contaminación, provocada por la emisión de hollín; las locomotoras funcionaban a vapor.
El vestíbulo muestra mucho lujo como así también la confitería y el restaurant. Se advierte abundante mármol y bronce, las arañas son originales de la época y resalta el palco donde actuaban las orquestas.
Es gratificante observar el excelente estado de mantenimiento y pulcritud de la estación; todo lo contrario a la Colonia Sola ubicada en Barracas, la que también visité, de impactante similitud con un barrio londinense y que a partir de 1890 sirviera de vivienda para operarios del Ferrocarril del Sud. Pero esa es otra historia.
Continuará

Autor: REDACCION

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