En la Argentina el dólar forma parte de la zona medular a la economía. La desconfianza histórica en la moneda nacional y las acostumbradas espirales inflacionarias hizo que los argentinos no tengan más opción que proteger sus ahorros acumulando divisas. Pero la demanda no se dinamiza exclusivamente por el interés de los pequeños ahorristas sino también por quienes viajan fronteras afuera, importadores que necesitan del billete verde para pagar compras en el exterior y multinacionales que deben girar utilidades a sus casas matrices.
Y las oscilaciones en la cotización del dólar no tiene un efecto neutro sino todo lo contrario. Cada vez que se mueve -casi siempre hacia arriba- impacta en los precios relativos, es decir que causa inflación. Por eso nadie deja de temblar cada vez que se dispara el precio de la moneda estadounidense o la misma ingresa en una zona de inestabilidad.
En este escenario, un informe de la consultora Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) puso el foco en el índice Mc Donald, que a través del precio que tiene este alimento en los distintos países permite comparar el estado de las distintas economías y en particular los tipos de cambio.
Luego de transcurrir una severa crisis cambiaria en el 2018 y siendo enero un mes históricamente propenso a devaluaciones en Argentina, llamó la atención que se mantuviera en $37 con tendencia a la baja. En economía se suele apelar a la teoría de la Paridad del Poder de Compra para explicar cómo operan los factores subyacentes en las variaciones de las monedas entre países.
Según Idesa, planteada de manera simplificada, la idea es que el tipo de cambio entre dos países debería tender a moverse en la dirección de hacer que una misma canasta de bienes tenga un costo similar en ambos países independientemente de la moneda que se utilice. Bajo este sustento teórico, la revista The Economist adopta desde 1986 a la hamburguesa Big Mac como la canasta de bienes que permitiría evaluar los tipos de cambio. ¿Cómo está el precio de la hamburguesa Big Mac en la Argentina en comparación con los países vecinos? En tal sentido, tomando información publicada por la revista The Economist surge que entre julio 2017 y enero 2019, en Uruguay una hamburguesa Big Mac pasó de costar U$S 4,5 a U$S 4,3; en Chile el precio pasó de U$S 3,8 a U$S 3,9 y en Argentina, en cambio, pasó de valer U$S 4,1 a U$S 3,0.
Así, estos datos muestran que mientras en el 2017 la Big Mac costaba en Argentina más o menos lo mismo que en los países vecinos, luego de la devaluación pasó a ser entre un 30% a un 45% más barata que en Chile y Uruguay, respectivamente. Los cambios se explican porque mientras en Chile y Uruguay prevalecen la baja inflación y la estabilidad del tipo de cambio, en la Argentina la fuerte devaluación no fue compensada totalmente por el aumento de los precios. Mientras el dólar pasó de $17 a $37 (120% de incremento) la Big Mac costaba $70 en julio 2017 y pasó a costar $110 en enero del 2019 (57% de aumento). De este modo, según la teoría de la Paridad del Poder de Compra lo que el precio de la Big Mac sugiere es que el dólar en Argentina está sobrevaluado. Por eso no debería sorprender la baja del dólar de las últimas semanas y que se mantenga la tendencia al alza de los precios internos, agrega.
En otras palabras, remarca el informe, el precio de la hamburguesa en la Argentina está presionando por volver a los U$S 4 como en el resto de la región. En el mismo sentido, el precio de la Big Mac está alertando que el “dólar alto” es transitorio ya que la inflación hará que el tipo de cambio real vuelva a bajar. La devaluación corrige la escasez de dólares reduciendo las importaciones y el turismo al exterior. Pero, advierte Idesa, un menor impacto cabe esperar por el lado de aumentar las exportaciones ya que parte de la suba del dólar se compensó con mayores impuestos a las exportaciones y menores reintegros para hacer frente a las necesidades fiscales y porque las exportaciones requieren proyectos de largo plazo que no son viables en condiciones tan inestables como las que generan las devaluaciones. El ajuste es tan costoso (caída en el consumo, inversión, empleo y salarios) que es muy difícil sostenerlo en el tiempo. Por eso apenas se morigeran los problemas en la balanza de pagos, el tipo de cambio real tiende a volver a apreciarse generando las condicionesque volverá a terminar en otra crisis devaluatoria.
La manera de romper con esta perversa lógica es mejorar la competitividad para generar ganancias de productividad: en lugar de poner énfasis en importar menos hay que desplegar estrategias para exportar más, lo cual requiere un sector público financieramente sustentable con menos presión impositiva, mejores regulaciones y servicios que generen capacidades exportadoras.