Editorial

Antártida cálida

El cambio climático se va profundizando cada vez más, existiendo indicadores sumamente claros y contundentes en tal sentido, como por caso los difundidos por la Organización Meteorológica Mundial, según los cuales en los dos últimos años se registraron nuevos récords de altas temperaturas en la Antártida. Uno de ellos fue en la base argentina Esperanza con 17,5 grados, marca que nunca antes se había registrado y que marca claramente la tendencia de que la Antártida argentina está cada vez más cálida, con todas las alteraciones que ello significa para la región.

La Antártida tiene una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados, su manto de hielo un grosor de 4,8 kilómetros y además contiene el 90% del agua dulce del planeta. En caso que se fundiera esa enorme masa de hielo, el nivel de los mares subiría 60 metros, siendo más que sencillo imaginar los desastres que se producirían en todo el mundo.

Respecto a la suba de la temperatura, es un fenómeno que se viene observando desde hace medio siglo, existiendo una tendencia global en tal sentido y la Antártida no es la excepción. En tal período el aumento de temperatura fue de un grado promedio, pero se viene detectando que esto está experimentando una aceleración, aunque con ciertos fenómenos que no cuentan con una explicación única ni mucho menos consistente, ya que por ejemplo, la temperatura sube mucho más en la Antártida que en el Polo Norte, donde la disminución de las masas de hielo es advertida a simple vista, con enormes desprendimientos que han afectado de manera sensible toda esa región, con una fauna que ha comenzado a deteriorarse de manera vertiginosa. En cambio en el sector antártico no existe tal situación a pesar del aumento de la temperatura, ya que las masas heladas están incrementándose.

La referida marca constatada en la base argentina, si bien importante, no fue la más significativa, ya que según los registros de la Organización Meteorológica hubo otras dos mediciones mayores, una de ellas de 19,8 grados en la estación de investigación Signy, aunque data de mucho tiempo anterior, más precisamente de 1982. Esto da cuenta de la existencia de fenómenos climáticos que por ahora no tienen explicaciones demasiado precisas, y que vienen de bastante antes del recalentamiento global, el que según las investigaciones, sería consecuencia de la emanación de gases con efecto invernadero. 

Si bien se dijo que las masas de hielo aún no han comenzado a disminuir en la región antártica, existen algunas señales preocupantes, como por caso el inminente colapso que anuncian los investigadores de la plataforma de hielo Larsen C, que tiene una grieta que está aumentando a un tamaño equivalente a cinco campos de fútbol cada día. Y además, según datos aportados desde Greenpeace, recientemente los niveles de hielo marino antártico alcanzaron un récord mínimo.

El fenómeno del calentamiento global es de particular importancia para la Antártida porque puede tener consecuencias directas sobre la estabilidad de la gran masa de hielo que cubre la superficie continental en las regiones polares de la Tierra y del hielo marino que se desarrolla alrededor del continente. De reducirse, podría conducir a profundas modificaciones en la estructura y dinámica de los ecosistemas antárticos. Si se tiene en cuenta que la Antártida rodea todos los océanos del mundo, esos impactos podrían trasladarse también a otros ecosistemas o diferentes ciudades costeras.

Uno de los interrogantes para la ciencia antártica es determinar si el responsable del aumento generalizado de la temperatura del planeta es el hombre. La investigación científica en la Antártida puede ayudar a despejar la ecuación. Las muestras de hielo que se obtienen de las perforaciones profundas brindan información valiosa sobre la concentración de gases de efecto invernadero en el pasado. De este modo se pueden inferir las temperaturas que había antes. El aire atrapado dentro del hielo antártico provee datos sobre su composición, ya que al momento de formarse los hielos, esas burbujas quedaron atrapadas y aisladas del mundo exterior. Conociendo la composición del aire en el pasado es posible saber la variación en la concentración de gases de invernadero y los sucesivos climas.

Autor: REDACCION

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