La Palabra

Anécdotas reveladoras

-Balderrama así nomás

Juan Balderrama era un personaje célebre salteño pero trascendió las fronteras cuando la zamba dedicada a su boliche familiar se hizo popular. Estaba en Cosquin ese verano y teníamos posibilidades de conversar con él por gentileza de nuestro allegado poeta que nos esperaba en el hotel IOSE al mediodía. Para esa localidad serrana en época del festival ese horario es como el del desayuno así que la entrevista se hizo en el dormitorio del que íbamos a ver. Y como hacía tanto calor y el robusto Juan lo sufría mucho, nos atendió -pidiendo disculpas- como dios lo trajo al mundo aunque medio tapadito con una sábana blanca en el medio de la cama de dos plazas. Eso sí, a la hora de la foto se hizo poner la chomba lo que garantizó la imagen de medio cuerpo como si nada atípico hubiese sucedido allí.

-Casi un payamédico

Invitado por el fundador de Payamédicos, llegamos a la Facultad de Medicina de la UBA para asistir al Congreso de esos militantes de la vida. Las butacas del aula magna presidida por el famoso cuadro de la inauguración del Protomedicato estaban invadidas por grupos de payamédicos de todo ¡el mundo! que participaban del encuentro. Escuchamos con interés las presentaciones y aprendimos lo que estudian para actuar en consecuencia estos acompañantes terapéuticos de nariz roja, cuando en un momento el director del proyecto -José Pellucchi, psiquiatra- anunció nuestra presencia y adelantó que éramos nosotros quienes íbamos a aportar a los paya nuestra bicicleta loca del carnaval del equipo de Casa Rigoni. Ese día nos volvimos felices y reconfortados del lugar.

-Una estrellita en La Botica

No pudimos conocer a Eduardo Bergara Leumann porque ya estaba enfermo cuando gestionamos la entrevista. No obstante, luego de su partida terrenal, nos recibieron de la mejor manera en su equipo de colaboradores que seguían la labor en La Botica del Angel. Desde allí los frecuentamos en cuanto podemos, y en una de las visitas que acompañamos nos sorprendieron con la novedad de que nuestro nombre está en una de las estrellas pegadas en el techo de la sección dedicada a homenajear a gente de la prensa. Inolvidable momento para disfrutar siempre.

-En el equipo de La Folklórica

Cuando llegamos el primer día a la FM Folklórica Nacional de Buenos Aires lo hicimos presentados por Marcelo Simón que dijo ante el equipo de colaboradores -entre los que estaba mi querido amigo Pedro Patzer- “este señor es de Rafaela y vino con material de Remo Pignoni que es un capo como músico así que tenemos que darle lugar aquí”. De ahí en más fuimos requeridos para aportar material periodístico, discos, grabaron nuestro testimonio sobre Remo y también acerca de Rafaela, y siguen difundiendo todo lo que les compartimos desde nuestro espacio. Gente de puertas abiertas desde el primer día y cada tanto nuestra voz en “El aire de aquí”.

-Presenciar el juicio con Calica Ferrer

Calica es el amigo del Che Guevara con quien hizo el segundo viaje por América del Sur. Nos recibió en su casa cálidamente y allí nos invitó para ir algún día a presenciar el juicio que se realiza en los Tribunales de Comodoro Py, en Retiro, sobre la megacausa de violación a los derechos humanos ocurrida en tiempos de la dictadura de los años 70. Así fue que nos encontramos en un viaje posterior y compartimos ese momento durísimo del que no tenemos memoria en nuestra vida, donde varios testigos -mujeres en su mayoría- narraban -¡algunas por primera vez en cuarenta años!- lo sucedido con un hijo, una hermana, una esposa, un amigo, casi todos desaparecidos hasta hoy.

-La visita a la casa de Nequi

Toda mi vida escuché a mi mamá contar la historia de su paso por el consultorio del médico Alberto Galotti cuando estaba embarazada. Me llamo Raúl Alberto por él, según me confirma ella. Y pasaron muchos años hasta que me decidí a encontrarme con su hija Nequi -dilecta rafaelina como su familia- para compartir ese momento y su experiencia con el hermano autista. Creo que ambos -aun en los roles de entrevistada y entrevistador- nos sentimos como si nos hubiésemos conocido de toda la vida por tanto en común según nos fuimos confiando ese día.

-Los nudos en la garganta

Compartir una charla con alguien que uno eligió moviliza desde el vamos nomás. Todos los encuentros -aunque algunos van y vienen por escrito- se organizan bastante, se buscan y cotejan datos, se pulen preguntas, se arma un machete para tener a mano en ese momento. No obstante muchas veces llegamos a la emoción de tal manera que el que responde cuenta una vez más lo mismo en su vida pero se detiene por la congoja, y el que escucha y graba se conmueve por esa situación y traga saliva, pero ambos se observan en sus ojos húmedos. Y el abrazo de despedida los contiene.

-Benarós tarareando la milonga

León, el poeta de Doña Maclovia, el jurado de Odol Pregunta, el historiador de El desván de Clío en Todo es Historia había elegido no levantarse más por propia decisión, casi no podía oír, veía poco, pero su mente estaba sagaz como siempre. Lo visitamos ese día con anuencia de su acompañante y comenzamos hablando de Remo Pignoni con quien había escrito la Milonga para un fogón. Reaccionó feliz y relató el episodio de esa experiencia. Intuimos que hacía décadas que él no escuchaba ese tema ni leía su letra, pero inmediatamente empezó a tararearlo, lo que nos evitó hacer el esfuerzo de recordarlo por nuestra cuenta. Nos entendimos a los gritos pero compartimos ese momento emotivo e inolvidable para los dos. Y todo gracias a la enfermera que confió en un desconocido como yo.

-Horacio en la fila

Ese día fuimos a Sadaic estando en Buenos Aires y vemos a Horacio Ferrer haciendo cola esperando ser atendido. Teníamos una entrevista periodística agendada en Palermo -lejos de ahí- pero a la vez era la oportunidad de hablar con el poeta. Lo abordamos, presentándonos, cuando dijimos Rafaela y mencionamos a Remo Pignoni nos respondió: “Cuando fui a Rafaela con Piazzolla estuve en casa de Remo” y agregó “Dígame; Remo tiene tangos? Porque estoy preparando La Biblia del Tango y quisiera incluirlo a él también”. Nos quedamos perplejos por todo ese monólogo impensado. No supimos cómo seguir y le dijimos que queríamos conversar un momento acerca de su vida. Nos respondió: “Si me espera un momentito, hago este trámite y lo invito al café de aquí al lado”. Fuimos. El mozo lo recibió como a un héroe con los brazos abiertos, y al momento de ordenar pensamos “casi nunca lo tomamos pero… ¿qué otra cosa puede ser que un café estando frente al poeta del tango?” y eso pedimos, a lo que el uruguayo dijo: “para mí un boldo, y le aclaro -nos miró fijamente- no me pasa nada en mi salud, tomo boldo porque me gusta el boldo”. De ahí en más nuestra bebida en las charlas porteñas con quien fuese el interlocutor sigue siendo un boldo. Si Horacio lo dice…

-Las relaciones que perduran

Pasan los años y las situaciones se repiten. Muchos de los que fueron desconocidos hasta el momento de la entrevista, siguieron en contacto con nosotros. Se dan casos en los que nuevos viajes permiten encontrar a quienes alguna vez nos recibieron para compartir sus historias de vida. Y hoy pertenecen a la legión de amigos, con quienes se siguen compartiendo momentos de camaradería, espacios de relaciones sociales, compañías incondicionales, nos reciben en sus hogares, y hasta se convierten en intermediarios para presentarnos nuevos entrevistados.

-Los anónimos que vienen ayudando siempre

La mayoría de los que nos acompañan desde el primer número no tiene cara visible, otros son nombres propios que expresan su presencia como auspiciantes, muchos nos reciben en nuestros periplos donde la producción periodística requiere apoyo y respaldo lejos de casa. En todos y cada uno de los casos se trata o se transforman en amigos, allegados, cercanos, contenedores y cómplices de esta patriada que superó nuestras expectativas con el paso de los años. Hoy, en esta edición, podemos apreciar tantas colaboraciones que sintetizan lo que mencionamos antes. Por eso esta entrega especial de la fecha -cuya idea fue de una de esas queribles presencias permanentes- permite agradecer que tantos se hayan sumado para recorrer este camino compartido con LA PALABRA que se nos antoja interminable.

R.V.

Autor: Raúl Vigini

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