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Anda, la casa de los dos ahorcados

Por José Pepe Marquínez


La miraba con cierta indiferencia; su ubicación: Avenida Entre Ríos y Humberto Primo en el barrio porteño de San Cristóbal. Mi visita a la esquina de enfrente obedecía a otro motivo: en los altos de una vieja casona funcionaba una milonga tradicional de Buenos Aires, a la que solía frecuentar, “Lo de Celia”. Aún vigente.
Paulatinamente me fue llamando la atención y sin ser un experto, presumí en Casa Anda, la que da pie a este artículo, el sello de Virginio Colombo (Milán 1884- Buenos Aires 1927) arquitecto italiano, autor de una cincuentena de obras en Buenos Aires todas relacionadas con el art nouveau. Se lo considera el patriarca porteño de ese estilo.
Ideó además de Casa Anda (Entre Ríos 1091), Casa Grimoldi (Corrientes 2548), Società Unione Operai Italiani, en ruinas, apuntalada (Sarmiento 1376), la Casa de los Pavos Reales (Rivadavia 3216) y Casa Calise, puesta en valor, estupenda (Yrigoyen 2572), entre las más destacadas.
Los Anda eran dueños de una fábrica de zapatos situada a dos cuadras más al oeste, sobre Humberto Primo tirando para Boedo. Estos encomendaron a Virginio Colombo el diseño de una propiedad cuyo destino sería casa de rentas y en la planta baja un salón comercial. Esto ocurrió a principios del siglo XX.
Como resultado de este mandato, emergió un edificio de tres plantas de construcción esplendorosa y que como todo lo que llevó a cabo Colombo, magnífico. El estilo obviamente es art nouveau, el cual se caracteriza por la escultura ornamental con formas humanas o de la naturaleza. La casa tiene una interesante escalera, figuras talladas y una pintura realizada por el mismo arquitecto. Hoy se encuentra en ruinas no obstante haber sido designado edificio protegido por el gobierno de la ciudad. Se desprenden pedazos de mampostería y desde el 2008 se encuentra tapiado.
Hacia 1926 lo ocupaban dos familias: en la planta baja, la formada por Hermes Zick de nacionalidad húngara, su esposa Dolores y la hija Amparo de 16 años, de una belleza deslumbrante.
En la planta alta se ubicaban los Roccatagliatta: Luigi era el padre, un piamontés ex integrante de los bersaglieri de Garibaldi, su esposa Glorieta y sus hijos mellizos Vittorio y Emannuel.
Compartían espacios comunes en el edificio, por lo que nació una amistad la cual se fue acrecentando con el transcurso del tiempo.
Pero ocurrió algo totalmente impensado: los hermanos se habían enamorado perdidamente de Amparo. Se estableció un triángulo amoroso y Vittorio al enterarse de esta situación en un ataque de locura, ira y celos asesina a su hermano ahorcándolo en la cama del dormitorio común.
Atribulado, fuera de sí con motivo de su accionar totalmente irracional, sube al mirador de la casa y con el alambre de colgar la ropa y la ayuda de una silla, se ahorca. Transcurría el 17 de mayo de 1927.
A la mañana siguiente, la madre al encontrar a Emannuel muerto en la alcoba, sube al mirador y halla a Vittorio sin vida, colgado, con el cuerpo frío, inerte, acompañado tan solo por un puñado de palomas que revoloteaban sobre su cadáver.
Al ver esta escena, la madre entra en un estado de demencia del cual no se recuperó jamás. Por si esto fuera poco, Luigi al enterarse de esta tragedia familiar muere de un infarto.
Los tres cadáveres fueron inhumados en el cementerio de la Chacharita y en el velatorio los asistentes comentaban los pormenores de esta descomunal tragedia, atribuyéndole la responsabilidad a Amparo. Los Zick también le endilgaron culpa a su hija, sometiéndola a todo tipo de improperios y descalificaciones. Para terminar con esto, Amparo decide refugiarse en Brasil. Allí se casa y su esposo al año encuentra la muerte en un accidente de tránsito totalmente sospechoso. Nunca más se supo de ella.
Glorieta a su vez quedó sola en la casona y al poco tiempo hallaron su cuerpo en estado de descomposición.
La leyenda urbana refiere a que en las noches de tormenta en el mirador de la casa, asoma la imagen borrosa de Vittorio, ahorcado. Además las ventanas permanecen abiertas lo que le da un aspecto más lúgubre a este escenario.
Para completar este impresionante infortunio, Virginio Colombo, la luminaria del art nouveau de Buenos Aires, se suicida dos meses después, el 27 de julio de 1927 en su estudio de calle Moreno 2091. Hasta el día de hoy se desconocen los motivos de su trágica determinación. Contaba con 42 años y un futuro avasallante.
Salvo el mito urbano referido al fantasma de Vittorio colgando en el mirador, los hechos relatados como así también los personajes referidos, son reales.
Hasta la próxima

Autor: REDACCION

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