Aunque es frecuente identificar amor con enamoramiento, conviene evitar la confusión. Cuando el amor está unido al enamoramiento, amar resulta más fácil. Pero no siempre el mayor amor está ligado a "sentirlo" como algo placentero.
En su pequeño volumen "Educar y vivir educadamente", René Trossero nos ayuda a entenderlo un poco más:
"Si me dices que me amas, creo, sé y pienso que me amas, pero si me lo haces sentir, estaré mejor y más seguro. Una caricia, una mirada, pueden decir mucho más que muchas palabras.
Cuando Jesús de Nazaret propuso un cambio llamado 'conversión', no se refirió sólo ni principalmente a un cambio de ideas y de creencias, sino a un cambio de conductas expresivas del amor.
El amor crea vínculos y ataduras, lazos de amistad, relaciones de filiación y paternidad, intimidad de esposos...¡Si evitas estas ataduras vivirás en el aislamiento de una soledad triste y vacía!
Acepta que debes aprender a amar, porque naciste sin saberlo, y puedes morir sin haberlo aprendido.¡Y al final de tu vida será lo que fue tu amor!
Enamorarse es apenas el anuncio de un amor posible.¡No puedes elegir de quien enamorarte, y sí eres libre para elegir a quien amar!. Por eso los esposos se prometen fidelidad, porque saben que están expuestos a sentir enamoramientos, a los que pueden renunciar, para ser fieles al amor.
El amor tiene dos caras, o dos expresiones: la afectiva y la efectiva. El aspecto afectivo se manifiesta en lo que se siente, el amor efectivo se expresa en lo que se hace. Cuando Jesús de Nazaret me pidió que amara a mis enemigos, no me pidió que 'sintiera amor' por el varón que violó a mi hija, pero sí me propuso como posible que lo perdonara, pese a lo que siento y que buscara su bien.
Vivir humanamente, en plenitud, significa y exige amar; porque sólo cuando se ama se vive intensa y hondamente..."