Ya teníamos el posible diseño del suplemento, su nombre y las secciones que íbamos a desarrollar. Entonces… que voz más que respetable y referencial que la del querido profesor y amigo Amílcar Torre para avalar, o no, lo creado.
Y él con su cordialidad de siempre, con su don de gente, nos recibió, nos escuchó y dio las sugerencias; pero también su apoyo y gusto por el proyecto. También su aporte para todo lo que necesitáramos, para todas “las Palabras” que a partir de esa fecha iban a sucederse cada sábado.