Las alarmas sonaron con más fuerza que nunca en las últimas horas en este rincón del planeta, al confirmarse la primera víctima fatal del coronavirus en nuestro país y al mismo tiempo en Sudamérica.
Es verdad que siempre estuvieron activadas desde que se conoció la presencia de la epidemia en diferentes lugares del mundo, a partir de una expansión que, al conocerse las últimas cifras, parece no detenerse.
No hace mucho tiempo, en el pasado mes de enero, se detectó la enfermedad en China, el gigante asiático en el que se declararon los primeros casos.
Progresivamente, el coronavirus afectó a otras naciones y luego de instalarse en Europa, las informaciones que empezar a llegar desde Italia obligaron a tomar mayores precauciones.
Hoy, prácticamente en un centenar de países, se reportaron casos, en mayor o menor medida, pero el avance parece no encontrar una fórmula como para que se logre detener en el corto plazo, al margen de todos los estudios realizados, no solo en China, sino en otras potencias.
Todavía no existe una vacuna y ese tema es preocupante, aunque de ninguna manera sorprendente, porque siempre ocurrió a lo largo de la historia de la medicina, que antes de encontrar una solución definitiva, necesita llevar adelante una infinidad de ensayos.
El coronavirus, hoy está poniendo en jaque a buena parte del mundo, incluso a los países más desarrollados, como la mencionada Italia, otros europeos y hasta el mismísimo Estados Unidos.
China tiene la mayor población, seguido de cerca por India, pero los dos están muy lejos del tercer lugar, que ocupa justamente el Coloso del Norte, en el continente americano.
Esas cifras, de ninguna manera pueden interpretarse como un dato menor, a la hora de evaluar el riesgo que constituye una eventual propagación de una enfermedad que cada día engrosa las estadísticas con una mayor cantidad de víctimas fatales.
El aislamiento de quienes manifiestan síntomas, se aplicó como medida preventiva en una primera instancia, para sumarse después los controles en aeropuertos, especialmente entre los pasajeros que arriban desde países donde las cifras de afectados son más importantes.
Las primeras reacciones en China se concretaron en tiempo y forma por parte de los responsables de las áreas de salud de ese país, que construyeron un hospital en poco más de una semana, para alojar a eventuales enfermos.
En nuestro país, la difusión tuvo un mayor alcance a partir de la internación de una persona en Japón, que estaba participando de un crucero, antes de ser derivado a tierra firme.
Desde entonces, se viene realizando un trabajo de concientización que a esta altura de los acontecimientos se reforzó de manera considerable, pese a los anuncios que se conocieron oficialmente sobre el número de afectados.
Sin embargo, se proporcionaron datos alentadores por parte de las autoridades chinas y de la Organización Mundial de la Salud, quien aseguran que se está neutralizando lentamente el avance de la enfermedad.
El mensaje, de cualquier modo, es tan preciso como contundente: cada uno es responsable de tomar conciencia para reaccionar de manera correcta ante los primeros síntomas.
Pero, además de la salud, que es el tema más preocupante, el coronavirus atenta contra las economías de una buena cantidad de países -entre ellos Argentina- que tienen un muy fuerte lazo de comercialización con China.
Desde que el coronavirus pasó a ocupar el centro de la escena, se empezaron a cerrar las fronteras del país asiático y como consecuencia de esa decisión, las exportaciones que habían sido acordadas oportunamente tendrán que seguir esperando hasta que vuelva a levantarse la barrera sanitaria.
En materia de turismo, las agencias cancelaron, por razones obvias, las salidas hacia un destino que es particularmente atractivo por su legendaria historia, como así también a otros países, que están en el radar de los argentinos.
Se reportaron contagios en cruceros en altamar y en aviones de pasajeros. En estos tiempos, situaciones que bien podrían haberse evitado en un mundo hiperconectado.
Una simple máscara o barbijo, aparece, por el momento, como el antídoto más efectivo. Se trata de "una solución precaria", como lo reconocen los propios especialistas de la salud. Otras recomendaciones, tienen que ver con el permanente lavado de manos y con la forma de saludar.
El coronavirus, definitivamente, se convirtió en una amenaza mundial y no es cuestión que nos pueda tomar con la guardia baja. Hoy, la batalla, sin dudas, está declarada. Si bien por el momento no hay demasiadas equivalencias, siguen encendidas las ilusiones de encontrar una cura definitiva.
La epidemia terminó con la vida de muchísimas personas, una de ellas, hace un par de días en la Argentina, que se constituyó en la primera en Latinoamérica.
Los números, que se actualizan a diario son alarmantes y la sensación de temor se agiganta en la misma proporción. El coronavirus hoy está entre nosotros y lamentablemente llegó para quedarse un buen tiempo.