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Algunas noticias sobre los tobas en Campo del Cielo

Tuvimos la oportunidad de fotografiar a esta aborigen toba que se acercó a nuestro campamento, no sabemos si por curiosidad o buscando algunas cosas. Alcides D.Orbigny 1 decía "algunas mujeres poseen una graciosa sonrisa y un rostro interesante, pero, por lo general, al llegar a los veinticinco años, sus facciones cambian, sus pómulos sobresalen y ambos sexos son de una fealdad repugnante". No coincido totalmente con estas expresiones de D.Orbigny, ya que esta pobre mujer no tenía su rostro tan desagradable. Al mirarla con atención, sus rasgos eran finos, no toscos, la frente estrecha si, los pómulos se destacaban un poco, pero en general se la podía observar sin rechazo. Incluso la niña que la acompañaba tenía un rostro un poco asustado o temeroso, pero no feo.

Esta criatura autóctona - acompañada por una niña que no habrá tenido más de 8 o 9 años, vino a merodear por el campamento, a lo mejor en busca de algún alimento. En realidad, a esta gente la hemos despojado de la tierra en la que halló siempre alimentos, vivienda y vestido. El bosque le brindaba el mistol 2 de pulpa blanca y sabrosa, con la que hacía el "patay", el chañar 3, que tiene  la apariencia de la aceituna, y una variedad de tunas comestibles, además de otras especies con las que completaba su alimentación preferentemente con miel y pescado. El monte le ofrece miel en abundancia en los huecos de los troncos, que las abejas silvestres fabrican con generosidad y a la que los lugareños llaman "mestizo" 4.

El algarrobo además les brinda sus vainas que pueden comer al natural o bien molidas, y la aloja bebida espirituosa y diurética a la que son muy aficionados.

Esta mujer no llevaba ningún adorno en las orejas, ni colgante alguno por el cuello, como les hemos visto a otras mujeres tobas.

Después de su extraña visita, me quedé pensando en uno de nuestros peones , contratado por el Dr. Cassidy para el trabajo en los cráteres. Era un indio toba- muy trabajador- al que llamábamos Mario y deduje que quizá esa visita tenía algo que ver con el indio Mario, al que hasta el momento no le habíamos conocido familia.

No pudimos preguntarle nada porque rehusó contestar y su silencio era significativo y toda su persona daba la impresión de que estábamos ante un ser huidizo que buscaba una escapatoria con urgencia.

Tampoco llevaba consigo algún atado de ropa que nos hiciera pensar en un traslado hacia otro lugar. Nos quedó  una rara sensación, como si fuéramos intrusos en un lugar que no era para nada nuestro.  Si nos quedó a nosotros, la conciencia de que estábamos en un lugar que no nos pertenecía.



1  D.Orbigny, Alcides. El hombre americano. Traducción de Alfredo Cepeda, Buenos Aires 1944.

2 Mistol, con su fruto fabrican el patay con la infusión de sus hojas se curan las mordeduras de las víboras y arañas venenosas ( F. Coluccio. Diccionario Folclórico argentino, Buenos Aires 1964)

3 Chañar, árbol típico de la región con el cual se elabora la aloja. Con su fruto se prepara el arrope, dulce muy gustado.

4 Mestizo: el tamaño de estas abejas es un poco menor que el de las moscas y fabrican su panal dentro el tronco del quebracho, del algarrobo o del lapacho. Para conseguir su panal es necesario- como lo vi hacer-, golpear con el hacha el árbol hasta llegar donde está. El panal será de una cuarta, más o menos, y lo forman ventositas llenas de miel, unidas como si fueran un racimo.

Autor: Blanca M. Stoffel

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