Suplemento Economía

Al rojo vivo

El rumbo económico de “Cambiemos” está demostrando, al menos hasta ahora, haber sido un grueso error de calibre, mientras el mundo cierra sus fronteras cuidando el trabajo interno de su pueblo, el gobierno nacional recayó a viejas y obsoletas recetas del Fondo Monetario Internacional que, como advertimos múltiples analistas económicos, lo único que ha ocasionado hasta ahora es pérdida de competitividad, retraso cambiario, destrucción de la industria nacional con pérdida de empleo, toma de deuda y su consecuente esfuerzo económico por pago de intereses y una posición mucho más vulnerable de cara al futuro.

El 2018 no pinta nada bien, para colmo la falta de lluvia es un problema añadido que por supuesto no estaba previsto.

El único dinamizador genuino de la economía en el modelo de Cambiemos (el sector agroexportador) está pasando una delicada situación: se espera una paupérrima cosecha por falta de agua.

El panorama no luce auspicioso, el gobierno no da pie con bola, mientras la inflación resulta imparable, el retraso cambiario ya está ocasionando un rojo histórico de balanza comercial (exportaciones menos importaciones).

La pérdida de mercado externo se agudiza, y por la situación se ven afectados múltiples sectores industriales, y lo que en principio era solo circunstancial hoy se está convirtiendo en estructural y se ven erosionadas las posibilidades de sustentabilidad del grueso del entramado industrial; hasta el propio presidente de la Unión Industrial Argentina Miguel Acevedo salió a reclamar: “hoy más que el supermercado del mundo tenemos el mundo en nuestros supermercados”.

Según la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), las exportaciones de la industria de la alimentación cayeron 8,3% en enero en forma interanual mientras las importaciones aumentaron 33,2% en la misma comparación.

Una triste lista incluye entre otros: manzanas de Chile, naranjas de España, pollos de Brasil, frutillas de China, zanahorias de Polonia, espinaca de Dinamarca que exime de mayores comentarios.

¿Y el dólar? Todas las miradas se dirigen al billete verde, otra vez la divisa estadounidense en el centro de la escena.

En las últimas semanas el Banco Central intervino y vendió cerca de 1.000 millones de dólares para evitar una subida del tipo de cambio (¿dónde está el libre mercado?).

A pesar de los aumentos del dólar en los últimos meses, todos sabemos que no ha subido al compás de los precios, la situación fue bien aprovechada por los inversores oportunistas que “hicieron su américa” y obtuvieron suculentos beneficios con las Lebacs. Ni lentos ni perezosos ahora al menor crujido los inversores despabilaron y están refugiándose nuevamente en el dólar y fugándolos al exterior.

Las cifras son alarmantes: Argentina pagó tasas de interés récord, ahora es enorme la fuga de capitales, pero también la inflación se mantiene como un escollo medular del modelo a pesar del optimismo retórico del Gobierno.

¿Quién desconecta la bomba? Lamentablemente hoy con la economía dolarizada la situación es más que delicada, una devaluación significaría automáticamente un pechón a los precios y volver a situarnos en el punto de partida. Es decir, Argentina está atrapada en una trampa perversa que ella misma creó.

Las perspectivas no son alentadoras, la falta de confianza repercute en el riesgo país y la economía está al rojo vivo; por eso no es casualidad que la propia directora del FMI, Christine Lagarde se apersone al país para dar confianza al reunirse con el presidente, el ministro de hacienda Nicolás Dujovne y el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger.

¿Está la Argentina en la antesala de la próxima crisis?

Autor: Lic. Alfredo Koncurat

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