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Aislado, Maduro asumió su segundo mandato en una Venezuela colapsada

CARACAS, 11.- En medio de una fuerte tensión internacional Nicolás Maduro inició ayer su segundo período como presidente de Venezuela, hasta 2025. La ceremonia de asunción se realizó luego de las advertencias de la mayoría de sus vecinos regionales, incluido Estados Unidos, que emprenderán una ofensiva diplomática contra la cúpula chavista para forzar la celebración de unas nuevas elecciones. A poco de asumir la Organización de Estados Americanos (OEA) acordó "no reconocer la legitimidad" de su mandato, mientras que Paraguay rompió relaciones diplomáticas.

Maduro dijo que Venezuela "es un país profundamente democrático", y explicó que en 19 años hicieron 25 elecciones para todos los cargos. "He cumplido con la Constitución y está certificado mi juramento. Estoy listo para llevar las riendas hacia un destino superior", indicó. "Somos una democracia de verdad, de la clase obrera, del pueblo, no de élites, de magnates y multimillonarios. Y yo soy un presidente demócrata", afirmó, y confirmó que se mantendrá en el camino hacia "el socialismo del siglo XXI".

Minutos antes dijo ante frente al Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno: "Juro, a nombre del pueblo de Venezuela, por el legado de nuestros antepasados, de nuestro amado comandante Hugo Chávez, que no daré descanso a mi brazo ni reposos a mi alma y que cumpliré y haré cumplir todos los postulados de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela".

El juramento, dijo el mandatario, es un compromiso con el que procura "defender la independencia e integridad absoluta de la patria, procurar llevar a la prosperidad social y económica a nuestro pueblo y construir el socialismo del siglo veintiuno".

En la previa el líder socialista, lejos de mostrarse dispuesto a negociar, redobló la apuesta. Le dio 48 horas de plazo a los países del Grupo de Lima -que integra Argentina, entre otros-  para que rectifiquen sobre la declaración que hicieron de la crisis política y el diferendo limítrofe entre Venezuela y Guyana, y advirtió que si no lo hacen tomará medidas diplomáticas “más crudas y enérgicas".

Con un tono aún más amenazante, el mandatario adelantó que estaría dispuesto a apoyar a la Asamblea Nacional Constituyente, compuesta en su totalidad por integrantes afines al Gobierno, si ésta decidiera cerrar el Parlamento y llamar a nuevas elecciones.

En el país petrolero, normalmente el ascenso al Palacio de Miraflores (sede del Poder Ejecutivo) se realiza en el marco de una ceremonia en la Asamblea Nacional ante una nutrida representación internacional. Esta vez, es muy distinto, luego de que los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo no fueran reconocidos por gran parte de la comunidad internacional.

En esos comicios, Maduro ganó con un 67 por ciento -más de seis millones de votos-, el número más bajo que obtuvo el chavismo desde la llegada al poder de Hugo Chávez, hace ahora dos décadas.


CAOS INSTITUCIONAL

La Asamblea Nacional, en manos de la oposición desde su imponente victoria en las elecciones parlamentarias de 2015, se negó a aceptar la toma de posesión de Maduro -que tuvo lugar en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)-, debido a la crisis institucional que estalló tras los comicios de dicho año.

La oposición consiguió una “súper mayoría” que le permitía renovar instituciones clave e interpelar al presidente y a los ministros. La coalición opositora perdió tres diputados por supuestas irregularidades en su elección, pero finalmente decidió incorporarlos al hemiciclo ante la tardanza de las autoridades electorales en resolver el caso.

Desde entonces, la Asamblea Nacional está en "desacato" por orden un TSJ al que el Parlamento considera ilegítimo porque está integrado por los magistrados puestos por el chavismo. En relación a esto, los diputados opositores -haciendo uso de sus atribuciones- sustituyeron a los jueces por otros, pero no son reconocidos por las demás poderes del Estado y se encuentran en el exilio.

En medio de este caos institucional, Maduro convocó elecciones a una Asamblea Constituyente en 2017, según argumentó, para recuperar la normalidad en la vida política venezolana, pero la oposición optó por no participar por considerar que el proceso era un "fraude".

El resultado fue una Asamblea Constituyente netamente chavista que, aunque debía situarse en la cúspide del Estado para elaborar una nueva Carta Magna, funciona como un Parlamento paralelo que da libertad de acción a Maduro y al TSJ oficialista, mientras la Asamblea Nacional permanece anulada y los magistrados designados por ella están en el exilio.


BOICOT INTERNACIONAL

En la asunción de Maduro no hay mucha presencia de mandatarios extranjeros. Trece de los catorce países que forman el Grupo de Lima, creado para buscar una solución a la crisis en Venezuela, no asistieron a la ceremonia. Se trata de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía.

México, el otro integrante del Grupo de Lima, apenas envió al encargado de negocios de su Embajada en Caracas, marcando distancias aunque sin romper lazos, con Maduro.


 

Autor: REDACCION

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