Editorial

Agua, bien escaso

En los últimos años, salvo algunas muy breves interrupciones que prácticamente pasaron desapercibidas, nuestra economía estuvo en crecimiento y con porcentajes a la par de los mayores del mundo, siempre oscilantes entre los 8 y 9 puntos anuales. Aún así, el derrame alcanzó hasta ahora solamente al asistencialismo, que por cierto es necesario para sostener a aquellos que quedaron al margen de la inclusión en las nuevas formas de la actividad, que requieren capacitación por sobre todas las cosas para aspirar a un empleo de características dignas, tanto en lo laboral como en lo rentable.

Una situación que debe ser solamente transitoria, ya que el siguiente paso del asistencialismo es el ingreso a la formalidad, es decir, disponer de su propio trabajo y por lo tanto posibilidades de sostenimiento. Algo de eso se va consiguiendo, aunque no con la celeridad que podría pretenderse, viéndose un reflejo de la situación en las estadísticas laborales, en permanente alza en cuanto al nivel de ocupación. Si bien, deje dejarse claro, se trata de relevamientos que tienen un alto grado de ocultamiento, pues en cierta medida el propio asistencialismo, posibilita el ingreso masiva al rubro de los "con trabajo", cuando en realidad no es de esa manera.

Pero más allá de estas circunstancias, que pueden ser discutibles en su aplicación, o bien en muchos recursos que terminan sin destino fijo, se conocieron recientemente algunos datos que se desprenden del Censo Nacional 2010 que son realmente preocupantes, en los cuales no existen especulaciones políticas de ninguna naturaleza, ya que corresponden a un organismo como el INDEC, al que si consideramos carente de confianza para la inflación también debería serlo para esto, aunque queda en cada uno aplicar la consideración que entienda más apropiada.

Veamos entonces, un déficit enorme que existe en el país en todo sentido, el cual está muchísimo más allá del asistencialismo. Es que la mitad de los más de 41 millones de habitantes carece de agua corriente y sistema de cloacas en su vivienda, observándose además una perspectiva muy desequilibrada, ubicando por un lado la ciudad de Buenos Aires y por el otro algunas de las provincias del Norte argentino, con diferencias notables en las disponibilidades.

Partiendo de los datos ofrecidos por el Censo, sólo el 51% de los hogares del país tiene agua potable y cloacas, apareciendo en el extremo superior Buenos Aires con el 96% de cobertura, mientras que en el caso contrario en Misiones apenas el 18% cuenta con agua potable y cloacas y cañerías conectadas al interior de la vivienda. 

Completando en parte esta radiografía, un reciente informe de la Fundación Avina, sostenido en datos recogidos de la Confederación Nacional de Cooperativas de Agua Potable, hay unos 5 millones de personas que tienen cada día serios problemas para acceder al agua. Hay 1,1 millón de hogares que consumen agua extraída con bomba de motor; casi 25 mil con bomba manual, en 110 mil casas se saca el agua de pozo sin especificar metodología, 27 mil consume agua de lluvia o cursos de agua vecinos, y en 28 mil hogares se recurre al sistema de cisternas. En total, el 16% de las viviendas del país no está conectada a ninguna red.

Se trata de un escenario muy complejo, que se extiende desde el más comprometido Norte hasta la Patagonia, con cuadros de mayor o menor gravedad, en el cual aparece como vital el trabajo de una red de 8.000 cooperativas que procuran abastecer a las comunidades más necesitadas, siendo clave en ciudades de menos de 50.000 habitantes con un trabajo exitoso, pero también insuficiente por la falta de recursos y financiamiento.

Dentro de toda esta problemática de la falta de agua, uno de los aspectos más serios es la contaminación, tanto por causas humanas como naturales, ya que en muchos lugares se consume agua con altos niveles de arsénico, el que logra ser restringido por el filtrado que hacen las cooperativas, pero que en casos de bombeadores o pozos, llega directamente a quienes la consumen, con todas las consecuencias de suponer.

Las Naciones Unidas dieron una declaración a la cual adhirió la Argentina junto a otras 146 naciones, que "el agua es un derecho humano", algo con lo cual todavía no hemos podido cumplir, pues quedan muchísimos lugares del país en total estado de desprotección en cuanto a esta elemental provisión.

Autor: Redacción

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web