Locales

Aero Club: proyecto de restauración del emblemático Lockheed Lodestar

Por Víctor Hugo Fux

Quienes ingresan a la ciudad desde el sur por la Ruta Nacional 34, al comenzar a transitar por la zona semaforizada, se encuentran con una escenografía que tuvo una gradual transformación en los últimos años, a partir del sostenido crecimiento urbano.
Cuando la mirada se orienta hacia el naciente, se recortan sobre el horizonte las instalaciones de prestigiosas entidades que sentaron raíces en el predio de un aeródromo rafaelino en el que se prácticas variadas disciplinas.
Una de esas instituciones es el Aero Club Rafaela, que muestra con orgullo en su portada a un avión que fue emplazado el 2 de febrero de 1979 y que hoy sigue recibiendo a quienes nos visitan con su inconfundible estirpe.
El icónico Lockheed Lodestar, matrícula N714S, resistió el paso del tiempo y su imponencia le permite emerger con fuerza propia entre la frondosa vegetación que le otorga sombra a un espacio en el que se respira aire puro en contacto directo con la naturaleza.
"Lodestar, cuyo significado es 'Estrella Guía', resultó ser un nombre apropiado para un avión que ha dado identidad a nuestro club y a nuestra ciudad", señala un informe de prensa emitido por la comisión directiva del Aero Club.
En ese mismo parte, se expresa que "la admiración que una vez generó se ha ido desvaneciendo y ahora solo representa una imagen nostálgica del pasado", en referencia al actual estado de la aeronave.
Esas menciones sirven de prólogo al anuncio de la puesta en valor de ese patrimonio, mediante un proyecto de restauración que ya se puso en marcha hace algunas semanas con un estudio mecánico - estructural del avión y de su respectivo soporte.
Por razones de seguridad ya se procedió al vallado de la estructura, en la etapa previa al comienzo de los trabajos que se concluirán antes del programa de actividades que se realizarán para festejar el centenario de la institución.
En otro segmento, la dirigencia pone de manifiesto su satisfacción, porque "sin siquiera haber lanzado este proyecto", ya tuvieron respuestas de ciudadanos, quienes se acercaron "de manera desinteresada" para colaborar.
Se trata de "un proyecto ambicioso, pero estamos seguros de que con el apoyo de la comunidad, podemos devolver este icónico avión a su gloria" y cierran destacando los integrantes de la CD: "Trabajemos juntos" para que "nuestro 'Guardián de Entrada' continúe guiándonos e inspirando a las generaciones futuras".
Hoy, el emblemático Lockheed Lodestar, sigue apuntando con su nariz hacia el poniente, donde el sol se esconde cada tarde detrás de los nuevos barrios que con identidad propia se fueron sumando a la geografía de una ciudad que continúa extendiéndose hasta límites que nadie se atreve a demarcar.
Aquel viejo y querido bimotor que llegó un día a la ciudad por una gestión de Juan "Nino" Giuliani, entonces presidente de la entidad, sigue ofreciendo la misma sensación de avanzar en un vuelo rasante y silencioso, quizás con destino incierto.
Apenas unos metros lo separan de esa torre de control que seguramente habrá de transmitirle la instrucción adecuada para que siga acompañando, con su renovada imagen, a una institución que lo sigue mimando como aquel memorable 2 de febrero de 1979.
La hoja de ruta está trazada y se va a poder cumplir sin turbulencias. Solamente dos años separan al despegue de un emprendimiento que no tendrá escalas y que estará aterrizando en una jornada plena de emotivas celebraciones.

REMEMBRANZAS
El significado de remembranzas, según la Real Academia Española, es el de "recuerdo" o "memoria de algo pasado".
Claro, en este rincón del mundo, también el nombre de un tango inmortalizado por reconocidos intérpretes de la música ciudadana.
En este caso, sin embargo, entiendo oportuno repasar distintos acontecimientos que fueron marcando el historial de una entidad que dispone de una pista apta para operar vuelos de cabotaje, respondiendo a su actividad específica.
Quienes vivimos en esta comunidad, sabemos muy bien que el nombre del Aero Club está vinculado a una serie de eventos que se desarrollaron a lo largo del tiempo en sus instalaciones.
Cómo no recordar sus espectaculares Festivales Aeronáuticos, en los que llegaban al predio aparatos que cautivaban a grandes y chicos. Acrobacias y vuelos de bautismo fueron moneda corriente en ese tipo de encuentros, que se distinguían por convocar a multitudes.
Lanzamientos de paracaidistas y sorprendentes exhibiciones de pilotos fantásticos, que despertaban admiración y unas inevitables expresiones de aprobación de los asistentes, también formaban de un menú que respondía al paladar más exigente.
Quién no recuerda los picnics -un genio mi querido "Lolo", así sin nombre ni apellido- que reunían a miles de estudiantes que no solamente llegaban desde todos los rincones de la ciudad, sino también desde varias poblaciones vecinas para disfrutar de la llegada de la Primavera.
Sus amplios hangares que cobijan a esas aeronaves que todos los chicos sueñan con tripular alguna vez. Su sector parquizado que invita a la reunión familiar y al encuentro de amigos para compartir un mate o una merienda a la canasta.
A quién no se le vienen a la memoria las primeras épocas de su natatorio y de sus canchas de fútbol, rugby o tenis, habitualmente para despuntar el vicio.
Todas esas preguntas tienen respuestas, porque fueron marcando a diferentes generaciones. Y lo siguen haciendo, porque el Aero Club sigue ofreciendo propuestas destinadas a su masa societaria y a sus visitantes.
Que nadie piense que extravié el rumbo y que estoy realizando un vuelo que no tiene sentido, por haber iniciado esta recapitulación con una noticia que ocupa por mérito propio un lugar tan destacado como el que reflejamos en el título.
Simplemente, después de empezar a carretear y una vez que me fui elevando, logré encontrar, casi sin proponérmelo, la mejor ruta para observar desde las alturas todas las opciones que ofrece una institución que sabe interpretar el sentimiento de quienes alguna vez nos acercamos al "Aero".

Autor: REDACCION

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