No son los mejores tiempos para ser niño o niña en la Argentina. Más de la mitad de ellos hoy viven en hogares pobres con todo lo que eso significa en materia de acceso a sus derechos. Convivir con la pobreza implica conocer las limitaciones y las necesidades no satisfechas en su sentido más amplio, es decir que pueden verse afectados sus derechos a alimentarse, a educarse, a tener un abrigo o una vivienda digna. Cuando vemos a un "chico de la calle" extendiendo la mano en busca de otra mano solidaria y una mirada comprensiva y afectuosa estamos en presencia de un fracaso colectivo, ese que muestra a un país de marcados contrastes, que bien puede calificarse como rico y pobre al mismo tiempo. A pesar de los capacidades naturales, la Argentina no ha encontrado a pesar de tantos años un modelo de desarrollo inclusivo, todo lo contrario vive -y se consume- entre crisis y tensiones. Van pasando las generaciones sin alcanzar una realización personal acorde a sus sueños y pretensiones y deben conformarse -y resignarse- con mucho menos de los objetivos que alguna vez se habían planteado.
El domingo pasado se conmemoró el Día Mundial de la lucha contra el Maltrato Infantil, una jornada que se forjó por pedido de UNICEF y en la que se busca generar acciones tendientes a concientizar e informar sobre la violencia a los niños y niñas, así como abogar para desnaturalizar el maltrato que es frecuente en muchas sociedades.
De acuerdo a datos de la Organización de Naciones Unidas, una de las mayores tasas de maltrato infantil en el mundo se encuentra en países de nuestra región, América Latina. Y según datos de UNICEF, en Argentina los métodos de disciplina violenta, que incluyen castigos físicos y maltrato psicológico, afectan a 7 de cada 10 chicos y chicas de entre 2 y 4 años. Dentro de los estudios se encuentran llamativas cifras contradictorias: más del 95% de los argentinos adultos creen que los niños no deben ser castigados físicamente, pero en el 70% de los hogares se aplican estos métodos (y también los de violencia verbal) para la crianza.
Un documento de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) condensa el largo recorrido efectuado por la humanidad hasta poder aceptar los cambios que le permitieran tener en cuenta el derecho de un niño a ser reconocido en su subjetividad, o sea en sus necesidades y sentimientos a lo largo de su desarrollo. En lo que respecta a los antecedentes más cercanos que al mismo tiempo se han convertido en hitos en esta materia, en 1959 las Naciones Unidas dictaron la Declaración de los Derechos del Niño que inicialmente no tenía carácter obligatorio. En 1979, el gobierno de Polonia presentó una nueva versión con importantes ampliaciones del tema aunque fueron necesarios 10 años de negociaciones entre gobiernos de todo el mundo hasta acordar el texto final, cuyo cumplimiento sería obligatorio y que se convirtió en ley el 20 de noviembre de 1989.
Aquella Declaración fue ratificada por la República Argentina en septiembre 1990 mediante la Ley 23.849, que cuatro después adquirió rango constitucional estableciendo que los niños, niñas y adolescentes son sujetos de derecho. El 28 de septiembre del 2005 como culminación de una larga lucha de muchos actores sociales, el Congreso de la Nación sancionó la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes 26.061 y en en ese mismo contexto derogó la Ley 10.903 conocida como Ley de Patronato del Estado.
El maltrato infantil, por definición, incluye tanto abusos como desatención de personas menores de 18 años. No solo se trata de la explotación laboral visible en las calles y ocultas en muchos otros lugares, los contextos de irresponsabilidad y abandono también constituyen el maltrato infantil.
La SAP plantea que no solo fue lento el desarrollo de un marco normativo a favor de las infancias sino también que lo fue el ponerse de acuerdo en torno al reconocimiento de las diferentes maneras en que podría presentarse el maltrato infantil. El síndrome del niño maltratado se reconoció en 4 formas durante distintos períodos de tiempo, primero fue el maltrato físico, después el maltrato por negligencia, le siguió el maltrato emocional y finalmente se incorporó a esa lista el maltrato por abuso sexual, considerándolo como todo tipo de contacto físico proximal y distal inadecuado e incompatible con el desarrollo psicosexual normal del niño.
En 2018, desde UNICEF Argentina consideraron que ninguna forma de violencia es justificable y que la protección de la infancia frente al maltrato es responsabilidad de toda la sociedad. Y que un mundo libre de violencias para los niños y las niñas también depende de cada uno de nosotros. A actuar en consecuencia.