La experiencia laboral constituye un factor clave en el reclutamiento de personal para todo tipo de empresas, muchas veces excluyente. En las búsquedas para la cobertura de vacantes muchas veces se consigna la frase "inútil presentarse sin referencias", lo que en gran medida descarta de antemano a quienes no han podido aún tener su primer empleo. Por tanto, cuanta más experiencia laboral se adquiera en cierto campo, más oportunidad tendrán las personas de avanzar en esa línea de carrera según destacan los expertos en la gestión del talento y de los recursos humanos.
En la Argentina, el grupo de jóvenes de entre 16 y 29 años es el más afectado con altas tasas de inactividad, desempleo y pobreza, afectando su bienestar en el corto plazo y también la trayectoria laboral a largo plazo, según advierte un informe sobre el mercado del trabajo elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino. En este marco, la tasa de desempleo en este grupo muestra una fuerte brecha con el resto de la población en actividad. Así, desde el año 2017 se viene dando un deterioro que se acrecentó en el 2020 con la cuarentena.
Respecto a la inactividad, el porcentaje de los llamados ni-ni´s, así denominados porque ni estudian ni trabajan, promediaba un 15%. En el segundo trimestre del año pasado esta tasa se disparó hasta un 22%, en parte por quienes desistieron de buscar trabajo por las condiciones adversas y, por otro lado, quienes no pudieron continuar sus estudios de manera virtual.
A esta situación se suma que muchos jóvenes no suelen conseguir empleos de calidad y terminan insertándose en el sector informal, ya sea como asalariado no registrado o como cuentapropista no profesional, puntualiza el reporte de Idesa. El surgimiento y crecimiento acelerado de la cadetería asociada a aplicaciones de software como Pedidos Ya permite a muchos jóvenes el ingreso al mercado laboral, aunque en forma precaria. Comparando a la franja etarea de los jóvenes con el resto de las personas ocupadas, la brecha en la informalidad es de alrededor de 15 puntos porcentuales. Que haya caído la tasa de informalidad hacia el segundo trimestre del 2020 no significó que mejoraron las condiciones laborales, sino que, se perdieron muchos empleos del sector informal.
En este escenario, mejorar las condiciones para que el mercado laboral absorba el desempleo joven es una deuda pendiente en Argentina. Resulta difícil que con las numerosas regulaciones, costos y riesgos que afrontan los empleadores, decidan contratar una persona sin ninguna experiencia previa. Según Idesa, se debería avanzar con un proyecto de empleo joven que genere beneficios fiscales e incentivos para orientar a las empresas a la creación de puestos de trabajo para estas personas.
También realizar un profundo cambio en la política educativa para que las escuelas y universidades formen personas que estén preparadas trabajar en el sector privado, dejando de lado el prejuicio que las pasantías son una forma de precarización laboral, cuando en realidad son el mejor instrumento para que los jóvenes adquieran formación y experiencia.
Si bien desde distintas instancias de gobierno se busca enfrentar la problemática de la desocupación juvenil, es cierto también que hace una década el sector privado genera muy pocos puestos laborales a raíz de un estancamiento en la economía en general. Si el país va de crisis en crisis, entonces la creación de nuevos empleos será solo una ilusión o un objetivo incumplido.
Frente a una realidad que muestra que los niveles de desempleo afectan en mucho mayor porcentaje a los jóvenes que al resto de la sociedad, pues en el primer trimestre del año la desocupación alcanzó el 24,9% en el caso de las mujeres de entre 14 y 29 años y 17% en varones de la misma franja etaria, el Gobierno tiene como una de sus tareas lograr una mayor inserción laboral formal de estos grupos de posibles nuevos trabajadores.
En carpeta se encuentra un programa de empleo que involucrará a las personas de entre 18 y 24 años con secundario completo que busquen un trabajo registrado, así como también a las micro, pequeñas y medianas empresas que tengan planes de inversión pendientes y requieran contratar nuevo personal. La iniciativa contempla que el Estado se haga cargo de hasta el 75% del salario que cobrarían los jóvenes durante al menos los primeros 12 meses de trabajo. El objetivo es beneficiar con este programa a unos 30.000 jóvenes, por lo que el presupuesto ascendería, si se cumple con el plan, a $12.000 millones.
Más allá de estas necesarias políticas activas para favorecer el acceso al primer empleo de miles de jóvenes, lo que necesita la Argentina es reorganizar la economía en busca de un modelo que garantice un crecimiento sostenido. En ese contexto, los jóvenes accederán sin demasiadas trabas a su primer trabajo.