Editorial

A todas las mamás

Si hay un domingo especial en el calendario de todos los años, es este que estamos viviendo hoy, el tercero del mes de octubre. Es que el mismo es el instituído para la celebración del Día de la Madre, el más trascendente componente del núcleo familiar, pues en torno de ella todo gira y se conforma en aquello que buscamos desde el mismo momento en que la pareja decide la formación de una familia.

Es que la madre es un ser especial, comprensivo, tolerante, afectuoso, con virtudes que la distinguen. Es quien impone el ritmo de la familia, muchas veces el silencio cómplice, comprendiendo errores, aconsejando con palabras sencillas y en baja voz, y muchísimas veces, callando y otorgando. Exactamente la otra fase que suele corresponderle al padre, quien debe imponer autoridad y disciplina, algunas veces la amonestación no deseada pero necesaria.

Y no significa que la madre, a quien hoy exaltamos en la plenitud de su figura, no reúna esas condiciones. Pero posee otra forma para imponer su autoridad, muchas veces con una mirada alcanza y sobra, con un simple gesto sin ser acompañado por estridencias, atributos de la comprensión, de saber guiar acompañando.

Hoy la homenajeamos de diversas formas. Seguro en torno a la mesa compartida por toda la familia, que como muy pocas veces justificará presencias puntuales y rostros pletóricos de reconocimiento, además con algún obsequio como manera de gratitud a alguien tan especial y querido. Sin embargo, aún dentro de la legitimidad de tales actitudes, absolutamente gratas y más que eso justas para la ocasión, repetiremos algunos conceptos volcados en esta misma sección editorial en algunas otras oportunidades: que en realidad el festejo de la mamá debe ser todos y cada uno de los días del año.

Con lo mencionado, que es apenas un grano de arena en el desierto sobre lo mucho que puede decirse de la madre, llegamos entonces a la coincidencia de búsquedas, pensamientos y objetivos sobre la madre. Que hoy será la verdadera reina de todos los hogares.

Tanto como las flores, un perfume, o una joya -entre la gran variedad de obsequios con los que se la puede distinguir- que hoy todas las mamás tengan el mejor de los regalos que pueden recibir: el amor y el reconocimiento de la familia que fueron forjadoras, no sólo dando a luz a sus hijos, sino y muy especialmente, habiéndole dado luego el amor y el ejemplo necesarios para convertirse en buenas personas, que es el más valioso de los títulos que podemos obtener los seres humanos. Y en eso, justamente tienen muchísimo que ver las madres.

Y para aquellos que la tienen en el cielo y bien guardada en su corazón y en su mente, aún cuando el recuerdo sea permanente, qué mejor fecha que la de este domingo para exaltar su figura en la memoria, en compartir un momento con flores que seguramente serán depositadas ante su tumba con todo el amor y el recogimiento que las circunstancias imponen, pero que están dispuestas por un acto de justicia en el reconocimiento y el recuerdo.

También es oportuno hurgar en la historia sobre la celebración del Día de la Madre, que según textos hallados en la siempre útil internet, las primeras se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. Igualmente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas. Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús.

En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. Además, como muchas personas trabajaban para gente acaudalada y no tenían la oportunidad de estar en sus hogares, ese Domingo se le daba el día libre para visitar a sus familias.

En 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la Proclama del día de las Madres, un apasionado llamado a la paz y al desarme. Durante un par de años, Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo un congreso de esta naturaleza.

Vaya entonces, para todas las mamás, un deseo sincero que tengan este domingo ¡un feliz día!

Autor: Redacción

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